¿Alguna vez te has preguntado como un monoplaza de Fórmula 1 es capaz de alcanzar 390 kilómetros por hora sin despegarse del suelo? Seguro que sí. Esto se debe a la ciencia en su máxima expresión, específicamente una rama de la física llamada aerodinámica.
La aerodinámica es una extensión de la física que estudia el comportamiento de los fluidos de aire sobre diversos objetos. En el caso de la Fórmula 1, se encarga de mantener los monoplazas adheridos al asfalto de la pista para evitar que pierdan agarre o se produzcan accidentes a consecuencia de las altas velocidades.
Viendo el tema desde otra perspectiva, la aerodinámica de competición es la misma que se aplica a la aerodinámica de un avión, pero de manera invertida, es decir, en un avión queremos lograr el efecto estable de elevación, mientras que en Fórmula 1 es todo lo contrario, queremos que se mantenga en el suelo.
Aerodinámica de alto impacto
Prácticamente, un auto de Fórmula 1 es un avión con cuatro ruedas. En la aerodinámica de competición existen múltiples elementos que se encargan de mantener el monoplaza en pista: Principalmente el alerón delantero y trasero.
El alerón delantero es la primera pieza del auto que hace contacto con el viento, por lo cual su función se basa en repartir los fluidos de aire por todo el resto del auto de manera intencional según la configuración deseada por los ingenieros de los equipos, además de proporcionar estabilidad al mismo.
Por otro lado, el alerón trasero se encarga de fijar el monoplaza al suelo, el cual viene siendo como la cola en un avión. A estos elementos principales se suman piezas pequeñas, medianas y grandes que también cumplen funciones importantes como generadores de vórtice, endplates, aletas y demás elementos importantes para obtener el máximo potencial en los trazados más exigentes del automovilismo.
Influencia de los circuitos
Carrera tras carrera, puede que parezca que los autos que salen a pista están configurados de manera similar a la cita anterior, pero no es así. Existen diversas configuraciones que se adaptan de mejor manera según el tipo de pista, cumpliendo con el principio de que con más carga aerodinámica mayor es el agarre en curva y menor es la velocidad en rectas, mientras que con menor carga aerodinámica ocurre todo lo contrario.
En ese sentido, durante el Gran Premio de Mónaco, se requiere una configuración de carga aerodinámica alta dada la poca importancia de la velocidad punta, pues como máximo se pueden desarrollar alrededor de 295 kilómetros por hora en rectas, pero es necesario el agarre por sus curvas de rápida velocidad.
Todo lo contrario sucede en el Gran Premio de Italia, desde el circuito de Monza. Allí se necesita una carga aerodinámica baja, pues el trazado no posee casi curvas y cuenta con rectas que exigen los motores a su máxima potencia.