Ya habían transcurrido los casi 15 meses de suspensión que Diego Armando Maradona tenía que cumplir a causa del doping positivo en el Mundial del 94. Y si bien no podía ponerse los cortos, el Diez estaba en otra cosa;se había calzado el traje y comenzado su carrera de entrenador apenas unos meses después del torneo en USA. Un rol que le gustaba.

Apenas tres meses después de la sanción, Maradona ya era técnico de Mandiyú. Equipo que comandó solamente dos meses y 12 partidos con 1 victoria, 5 empates y 6 derrotas. Pese a que los números no eran muy favorables, tuvo una segunda oportunidad pero con el buzo de Racing en enero de 1995. En la Academia, Diego dirigiría 11 encuentros con 2 triunfos, 6 empates y 3 derrotas.

A todo esto, acercaba el final de su sancióny el mundo del fútbol tenía una sola pregunta: ¿Maradona vuelve al fútbol? Aquí es donde aparece Boca. Dirigido por Silvio Marzonlini, el Xeneize levantó el teléfono y le consultó a Coppola sobre el tema. Jamás hubiesen esperado la respuesta del otro lado ya que el Diego quería volver a jugar…pero sin dejar de ser técnico.

Este sueño de Maradona claramente no gustó nada en Boca. La dirigencia de Antonio Alegre no estaba para inventos, buscaba la reelección tras 10 años de mandato y enfrente tenía un competidor que sumaba cada vez más votos; Mauricio Macri.

Las charlas se estiraron un poco más de la cuenta, pero lograron convencer a Maradona de volver pero solo como jugador. Ahora, Boca tenía un problema superior debido a que el sueldo era inalcanzable para el club. Se buscaron muchas maneras de costearlo, y algún genio tuvo la idea de viajar para Asia. Un mercado naciente y dispuesto a pagar grandes sumas por un buen partido de fútbol.

Tras entrenarse solo en una chacra de Uruguay, donde algunos aseguran que el Diego ya practicaba jugadas y pases profundos en solitario al grito de “Picá Cani”, Maradona se subía al avión que partía rumbo a Corea.

Aquel 30 de septiembre de 1995 fue una jornada extraña ya que se había perdido la costumbre de jugar equipos VS selecciones. Sin embargo, todo salió redondo ya que Boca ganó 2-1 sobre la hora, gol de Martínez, y había ingresado suficiente dinero para costear la vuelta del Diez al club. Maradona, con un curioso pero magnífico mechón amarillo, salió a los 85′ para ser ovacionado por los coreanos.

Apenas finalizó el amistoso con Corea en Seúl, el Xeneize regresó al país ya que una semana después debía enfrentar a Colón por el torneo local, en la Bombonera. Condimentos perfectos para que se arme una fiesta y Maradona vuelva a su casa.

Los días pasaron más rápido que lento y llegó el sábado tan esperado por todos. Con un estadio repleto, Coppola tuvo la brillante idea de poner a las hijas de Maradona con un cartel que decía: “Gracias papá”, y al Diego se le movió el piso. Una jornada inolvidable que finalizaría con el gol de Darío Scotto para la victoria de Bocay uno de los momentos más recordados de la historia:

A los 38 minutos del primer tiempo, Toresani lo buscó a Caniggia y se fue expulsado. Ya en los vestuarios acusó a Maradona de ser el culpable, a lo que Diego respondió: “Yo le dije a Lamolina que no lo eche, lo juro por mis hijas. Lo espero en Segurola y Habana 4310, séptimo piso. No tengo ningún problema en que me venga a buscar”. Un momento que sin aquella gira por Asia o si se aceptaba que Maradona sea Jugador-DT, seguramente no hubiese ocurrido.