¿Quiénes somos los periodistas para decirle a Rodrigo De Paul dónde tiene que jugar? ¿En qué momento nos creímos con el derecho de manejar las carreras de los jugadores, señalándolos con el dedito? “Si querés ir al Mundial, tenés que ir a la Premier League”, “Si querés seguir en La Scaloneta, tenés que seguir en el Pisa, en el Valencia o en el Getafe”. Nos volvimos locos.
¿Quién sabe mejor que De Paul, con 31 años, qué es lo que necesita él, qué es lo que necesita su cuerpo. Y no nos olvidemos de algo: ser feliz. Dejemos a la gente que sea feliz. Si él quiere disfrutar en Miami, una ciudad preciosa, con su novia Tini y con su amigo Lionel Messi, ¿cuál es el problema?
Además, vi el resumen del partido entre Inter Miami y Necaxa del fin de semana por la Leagues Cup y la rompió De Paul. Y no se olviden de otro detalle: la temporada europea, antes del Mundial, te tritura. Por ejemplo, la cantidad de partidos que jugó Julián Álvarez fue una locura. Los europeos van a llegar todos rotos de cansancio.
En cambio, De Paul y Messi, con 40 partiditos en la MLS y en la Concachampions, van a llegar fresquitos como una lechuga. Y, de última, si Scaloni lo ve mal, lo mandará al banco y no jugará. Yo banco esta decisión del volante campeón del mundo y de América. “Juego donde soy feliz, priorizando mi vida y llegando descansado y bien al Mundial para buscar la cuarta estrella”.

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