Como un león herido, Universidad de Chile peleó hasta el final y vendió muy cara su derrota ante Lanús por 2-1 en la ida de la Copa Sudamericana, disputada en el Estadio Nacional. Un resultado duro, pero que deja encendida la ilusión del milagro gracias a la actitud y el juego mostrado por el equipo de Gustavo Álvarez en el segundo tiempo.
Un doblete de Rodrigo Castillo a los 25’ y 29’ le dieron una temprana y sorpresiva ventaja al conjunto ‘Granate’ que en su llegada a Ñuñoa sufrió la violencia de los hinchas de la U tras un vergonzoso apedreo al bus de la delegación argentina.
En el primer cuarto de hora, el delantero de Lanús aprovechó un grave error en la salida de Franco Calderón para tomar el balón y sacar un remate inatajable para Gabriel Castellón. Cuatro minutos más tarde, el propio Castillo apareció bajo la boca del arco para romper el arco tras un soberbio desborde de Eduardo Salvio por derecha.
Con el doble golpe, la U siguió dominando y merodeando el área rival, pero no fue hasta el segundo tiempo que la tropa de Gustavo Álvarez bombardeó incesantemente el área granate hasta que encontró el descuento tras los ingresos de Lucas Di Yorio y Felipe Salomoni.
A los 62’ llegó un tiro de esquina y tras un mal despeje de Nahuel Losada, el propio Di Yorio fusiló en el área para devolverle el oxígeno a los azules. De ahí en más, los universitarios no dejaron de buscar y buscar la igualdad ante un rival que sólo atinó a defenderse.
Sobre el final la U tuvo dos claras: un remate colocado al palo de Javier Altamirano y un tiro trabado de Fabián Hormazábal que ahogaron el grito de gol, pero el milagro se encaminó en los descuentos.
Una mano clarísima en el área tras un córner desató la locura total. Charles Aránguiz desde los doce pasos y tras airados reclamos de la visita, puso el agónico 2-2 que dejó a los azules más vivos que nunca en las semifinales de la Copa Sudamericana. El milagró habrá que ir a buscarlo el próximo jueves en el infierno de Buenos Aires.
