Lo más fácil en la vida es criticar. Lo más difícil es admirar. Pero cuando se entiende y se acepta la capacidad de poder rendirle admiración a alguien por sus virtudes en un trabajo específico, prácticamente ha dado un gran paso en la vida. No se trata únicamente de echarle porras a alguien que se estima, sino de encontrar cualidades a pesar de sus defectos. Y eso lo ha hecho Luis García con Ignacio Ambriz.

Candidato a convertirse en entrenador de la Selección Mexicana, ya sea a corto o en el largo plazo, Ambriz es un tipo que cuenta con argumentos para ser admirado por el Doctor. Ambos fueron compañeros en el Tri durante un periodo de reinvención para el futbol mexicano tras la suspensión que se le impuso a México por el tema de los Cachirules. El castigo fue no participar en las eliminatorias para el Mundial de Italia ‘90.

Fuera de España ‘82 e Italia ‘90, México no quería quedar excluido de Estados Unidos 1994. Era la oportunidad y el reto de volver a disputar una Copa del Mundo fuera de nuestro país. ¡Y se consiguió! Eso fue gracias a una de las mejores generaciones de futbolistas que ha tenido el país. El capitán de aquella Selección fue Ambriz.

“Pero regresando al representativo mayor, fuiste el capitán de una muy brava generación, un grupo de futbolistas con mucha personalidad, de gran peso, que nos decíamos las cosas a la cara, y lo fuiste, eras el mejor para el puesto. Tenerte de capitán era extraño y fascinante a la vez, porque eres un hombre silencioso, de esos que de pronto no encuentras o no sabes qué piensa o hace, pero que cuando la cosa se pone algo nebulosa, de la nada esta persona irrumpe, y lo encuentras muy fácil para ponerte a su espalda y poder hacerle caso”, son algunas palabras que le dedica García en su columna Ambriz, comandante, publicada en Récord.

En dicho texto, el Doctor resalta sus puntos fuertes como entrenador con base en lo que ha hecho con Toluca: “Hoy tu actual gestión en el Toluca es una perfecta radiografía de quién eres como director técnico y también como persona, tuviste un semestre horrible, en el que peleaste con varios jugadores de tu organización, jugadores que tú no solicitaste, estaban ahí cuando arribaste, un vestidor corroído con el cual trataste de convivir y poder arreglar, hasta que te diste cuenta de que no había manera alguna, había que purificarlo”.

¿Apoyo explícito para que sea DT del Tri? Eso qué importa. La admiración de García por Ambriz es genuina. Su texto lo sentirán empático aquellos aficionados que vibraron y se ilusionaron con el futbol gracias a la Selección Mexicana que clasificó y compitió en Estados Unidos 1994.