El Perro Aguayo comentó alguna vez que en la sala de espera de un aeropuerto, un hombre trajeado se le acercó para decirle que lo había visto luchar en la función del día anterior y le predijo un gran futuro en la lucha libre, especialmente por su estilo salvaje. El can de Nochistlán agradeció sus palabras, sin embargo, se quedó con la sensación de conocer a ese señor de otro lugar. Juraba que se trataba de El Santo sin máscara, no obstante, dudó. La voz de ese hombre no se parecía en nada a la de ‘el Enmascarado de plata’; Aguayo, como muchísima gente, se quedó con la idea de que la leyenda hablaba tal cual como lo hacía en las películas.

Y es que al misterio de su rostro, se sumó el de su voz. Un gran número de aficionados que veía sus aventuras en el cine creía que timbre y tono empleados en la pantalla eran los auténticos del luchador. Esa impresión desapareció de manera rápida debido a que eran cambiantes. Inició a tener voces distintas.

Todo era consecuencia del doblaje. A productores de su época les pareció mejor doblarle la voz que permitirle usar la propia. Con actores como Bruno Rey, Narciso Busquets, Víctor Alcocer y Carlos Rotzinger, se encargaron de impregnar ese rasgo de personalidad al personaje, lo que dotó de elegancia al Santo.

Precisamente para que se escuchara más elegante, directores contrataron al actor Óscar Morelli, un histrión cuya voz les resultaba pulcra, seductora y jovial. Ese intérprete vocal era el hijo de Óscar Bonfiglio, exportero de la selección mexicana de futbol que participó en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928 y la Copa del Mundo de Uruguay 1930.

Morelli recurrió a usar un apellido artístico para abrirse paso en el cine, el teatro y la televisión. También Bonfiglio, Óscar quería trascender sin que lo ligaran a su padre, quien estaba plenamente identificado por pertenecer al ambiente futbolístico, sobre todo porque pasó a la historia de este deporte por ser el primer arquero que recibió un gol en Mundiales; se lo anotó Lucien Laurent en el triunfo 4-1 de Francia sobre México.

Con la voz de Morelli en varios filmes, el Enmascarado de plata continuó su popularidad, además de reforzar otro enigma de su identidad: el público se empezó a preguntar cómo era el rostro del ídolo y cómo hablaba. De hecho, en la actualidad, hay fanáticos que todavía se lo cuestionan.

Mientras tanto, Óscar fue consolidándose como actor, tanto en escenarios como en estudios de grabación para doblar voces. Con el paso del tiempo, la gente lo ubicó más por ser El Santo y no el hijo del guardameta al que le anotaron el primer gol en Copas del Mundo.