Mi sobrino estalla de alegría con el gol de Ángel Di María. Es el segundo para Argentina, selección a la que apoya por Lionel Messi, el ídolo futbolístico que eligió en la infancia y le ha acompañado hasta su mayoría de edad. Al igual que millones de seguidores de ‘la Pulga’ es uno más que desea verlo levantar la copa. Pero con este gol de ‘el Fideo’ expresa su asombro por el recorrido y la asistencia de Alexis Mac Allister, un jugador que le ha maravillado en Qatar 2022.

“Todo lo hace bien y pareciera que no juega”, me dice en referencia a los pocos reflectores que genera y el escaso eco que propicia en los comentarios de narradores y analistas. Sin embargo, él lo ubica perfectamente desde el partido contra México. Más sereno, mientras continúa viendo a la Albiceleste siendo dominante sobre los galos, comenta que le resulta admirable un futbolista que inició el torneo en la banca y culminó como titular en la final mundialista muriéndose en la cancha sin hacer ruido y sin querer robarle protagonismo a nadie. Aprecia también su condición física porque “nunca se cansa”. Es, en otras palabras, el colaborador más silencioso del Mundial para sus ojos.

Después de Messi, su observación puntual del partido está encima de Mac Allister, del que no tenía idea antes de Qatar 2022 y al que conoció en un momento contradictorio para su sentimiento futbolero: la derrota de la Selección Mexicana con gol de Messi incluido. Le dolió la caída, pero le reveló a un tipo que además rompe con el esquema de los estigmas que han adjudicado algunos medios de comunicación a los argentinos en el campeonato. No lo nota engreído ni soberbio, como tampoco mala leche ni marrullero. Alexis, como empieza a llamarlo, es un punto y aparte en la narrativa que ha escuchado acerca de Argentina.

Viene entonces su reclamo hacia el periodismo deportivo, un reproche que también atañe a quien escribe estas letras. “¿Por qué nunca hablan de los que hacen demasiado y no son estrellas?”, protesta con la naturalidad de un chico que vibra y siente con plena consciencia la dimensión de una Copa del Mundo en la adopción de aquellos referentes ajenos que formarán parte de su memoria futbolera.

(Como respuesta a su pregunta, escribo este texto. En el instante, dado el nerviosismo que implica una final mundialista, atiné en responderle de manera equivocada que Mac Allister no vende, es decir, no es un elemento mediático que abone a la polarización y la polémica barata que dicta la agenda informativa de los tiempos que vivimos. Sin duda, fallido y torpe mi comentario. No porque sea mentira que así se valora a los futbolistas para generar clics, sino porque olvidé que tuve su edad y al igual que él me molestaba la omisión de miras para hombres como Youri Djorkaeff cuando Francia fue campeón en 1998, por citar un ejemplo de caudillos silenciosos de una causa común, o una épica)

Al partido todavía le falta un tramo. Parece resuelto con el 2-0, no obstante el balón nos ha enseñado en Qatar 2022 a no cantar victoria antes de tiempo. Mi sobrino tiene noción de ello, por eso se pasea angustiado de un lado a otro sin despegar los ojos de la pantalla. Él cree que solamente grita “vamos Messi” en su manifiesto apoyo al ídolo que ha marcado su pasión por la pelota, sin embargo, a escasos metros, me conmueve observarlo y oírlo externar un “venga Mac Allister” surgido por impulso de una admiración recién descubierta. No ha caído en cuenta que ha adoptado un héroe anecdótico para sus recuerdos del mañana.

Estoy seguro que su simpatía por Alexis cobrará mayor sentido al final del juego. Algo me dice que será campeón del mundo. Y así como sonreirá por ver a ‘la Pulga’ levantando la copa, lo hará con Mac Allister, el futbolista al que honra exigiendo merecidos reflectores para su labor titánica en el campo.