¡Llegó la hora señalada! Las decenas de miles de fanáticos que colmaron la T-Mobile Arena de Las Vegas, también repleta de celebridades, tomaron sus teléfonos móviles entre manos para capturar el primer gran souvenir de la nochde de trilogía entre Tyson Fury y Deontay Wilder.
Sin embargo, la salida de los peleadores se demoró. Primero se dijo que por una protuberancia en el cuadrilátero que debió ser reparada. Luego trascendió que por un problema de último momento con los guantes de Deontay Wilder. Mientras el público, sin esas noticias, ya comenzaba a murmurar de impaciencia.
Hasta que todo se oscureció. Y al volver las luces apareció Deontay Wilder luciendo un espectacular traje en negro y rojo, con una máscara y un collar adornado por brillantes, pero mucho más liviano que el atuendo que, según el mismo, le había dado problemas en su anterior combate.
Otra vez oscuridad. Había llegado la hora del campeón mundial, del Rey de los Gitanos. Antes, una horda de espartanos, brujos y guerreros, entraron en escena. Entre ellos apareció finalmente Tyson Fury, vestido como soldado romano y al ritmo de AC/DC, permitiéndose también cantar unas estrofas antes de subir al ring.
Si la trilogía prometía show, cumplió desde el inicio. Nada más queda por disfrutar lo mejor de la función. Lo que hace más de un año y medio esperan los fanáticos. Y que gane el mejor.