La presencia de Brasil en el universo deportivo suele tenerlo en lo más alto. Fútbol y vóley, sobre todo. Natación, también. Así, la lista podría ampliarse. Pero en los deportes de invierno, el gigante sudamericano no tiene una historia amplia y desarrollada. Su primera participación en un Juego Olímpico de invierno fue en Albertville 1992. En Turín 2006, llegó el mejor resultado brasileño y latinoamericano a nivel individual, con Isabel Clark, quien finalizó novena en snowboardercross.
Dentro de este universo, el del invierno, Brasil tiene a su hombre con más presencias: Edson Bindilatti. A días de competir en sus quintos Juegos Olímpicos de Invierno, el brasileño de 42 años (nació 13 de marzo de 1979) pide que la historia de su esquipo de bobsleigh también sea llevada a la pantalla grande de Hollywood. Como se hizo con Jamaica Bajo Cero (Cool Running), cuando el equipo jamaiquino de la especialidad se ganó el olimpo sin medalla en los Juegos de Calgary 1988.
Campeón nacional de decatlón, Bindilatti llegó al bobsleigh tras una propuesta de Eric Maleson, el primer deportista brasilero de bobsleigh quien lo referenció ante la Confederación de su país para integrarlo a la Selección que estaba formando, excusado en su altísima explosividad como atleta. De hecho, para que entendiera un poco más del deporte, Maleson le recomendó a Bindilatti mirar Jamaica Bajo Cero, estrenada en 1994. “Si me invitan a subir en globo o en la montaña rusa, me hubiera dado miedo porque no me gustan las alturas. Por eso, mucha gente me pregunta: ‘¿Por qué estás en una modalidad en la que vas a 150 km/h, sin cinturón, ni frenos, ni motor?’. No sé, fue amor a primera vista”, contó el bahiano de 42 años en una entrevista que junto con la esquiadora de fondo Jaqueline Mourão serán los abanderados en la Ceremonia de Apertura de Pekín 2022.
Su historia con la nieve, a Bindilatti nos referimos, es bastante similar que la de los jamaiquinos. El brasilero, en su caso, la conoció al arribar a Lake Placid, la estación de montaña donde se entrenan en Estados Unidos, previo a competir en los Juegos Olímpicos de Salt Lake City de 2002. “Hasta entonces, nunca había visto la nieve. Cuando se abrieron las puertas del aeropuerto, hacía 10 grados bajo cero y tuvimos que volver corriendo a ponernos todos los abrigos que traíamos”, recordó.
Antes de conocer la nieve, sus primeros pasos arriba de un trineo pasaron sobre un riel montado en una pista de atletismo en la que empujaban una metálica que sustituía al trineo con el que competieron tiempo después. Todo, con una sutil diferencia entre los 30 grados centígrados contra la temperatura bajo cero de Utah.
A partir de los Juegos de 2002, el equipo brasilero fue bautizado como “Frozen Bananas” (Bananas Congeladas). Allí finalizaron 27°. Cuatro años después, en Turín 2006, mejoraron su performance dos puestos (25°), mientras que en Sochi cayeron un lugar en el escalafón (26°) y en Pyeongchang lograron su mejor actuación al llegar 23°.
Ahora, a días de competir en sus quintos Juegos Olímpicos, el timonel de “Frozen Bananas” afirmó: “Creo que tenemos una gran historia que contar. Una que sería película mejor que la de Jamaica Bajo Cero”. El tiempo se encargará de definir si lograron o no llegar a Hollywood. Por ahora, la Confederación Brasilera de Deportes sobre hielo se animó a pedirle lo propio a Netflix.