No hay que hacer comparaciones, simplemente se trata de recordar y de admirar a quien nos ha regalado tantas alegrías. Diego Armando Maradona habrá uno solo y perdurará para siempre en la mente y el corazón de todos losamantes del fútbol. En el día de su cumpleaños número 61, y con el triste recuerdo de su fallecimiento hace casi un año. El mundo del deporte lo recordará durante este día por todo lo que ha dejado en su carrera como jugador.
El ‘Pelusa’ lo supo desde que era un ‘cebollita’: sus dos sueños de la infancia que fueron jugar y ganar un Mundial ya daban cuenta de la ambición de un futbolista sin igual. El tiempo nos fue regalando sus mejores gambetas y jugadas, así como momentos de suma gratificación. Argentinos y Boca Juniors lo disfrutaron en Argentina hasta que fue el momento del salto a Europa: primero a Barcelona y, luego, a Napoli donde se transformó en leyenda.
En cada uno de los equipos que Maradona jugó, dejó huella. A su manera. Argentinos fue el inicio con una etapa de jugador que ya empezaba a cosechar elogios y miradas de asombro ante cada rival que dejaba atrás. Con Boca, llegó su primer título (Metropolitano 1981) y momentos inolvidables como el famoso gol a River dejando a todos desparramados, fotógrafo incluido, en uno de los mejores goles de su carrera. Luego, en Barcelona, ganaría hasta tres títulos locales, más allá de que se vería obligado a irse. Pero, Napoli fue su nueva y gran casa.
Las leyendas se quedan para siempre en el inconciente colectivo. Y para Nápoles, hubo un antes y después de Diego. No es para menos. Fue el hombre que los puso en el mapa futbolístico y quien les dio la gloria con títulos a nivel local (dos Serie A, una Copa de Italia y una Supercopa) e internacional (Copa de la UEFA 1988-89). Por supuesto, también fue ciudadano ilustre con cientos de momentos que quedan en el recuerdo de una ciudad, que aún llora su partida de este mundo.
Sevilla y Newell’s también son equipos que supieron disfrutarlo, al igual que Boca en sus últimos momentos como profesional. Pero más allá de ello, la Selección Argentina y Diego fueron uno en el momento que debía ser, en aquel que soñaba de chico. México ’86fue epicentro de una de las actuaciones más soberbias e impresionantes de las que se tenga recuerdo en el mundo del fútbol. Maradona también fue leyenda azteca y quedó inmortalizado con mano y obra deliciosa de su zurda mágica ante ingleses, que se desparramaban ante semejante “barrilete cósmico”. Y una Copa del Mundo para que la bandera celeste y blanca flamee bien alto.
Pero así como de hazañas viven las leyendas, también hay cierta mística alrededor de una figura inconfundible como Maradona. Es que aún siendo rey en suelo italiano, se paró de frente como todo argentino y jugó hasta con un pie hinchado de dolor como si nada le pesara. Y tiempo después sufriríamos la decepción en forma de doping. Lo que prueba que, más allá de todo, también es humano y que, de los errores, uno siempre debe levantarse.
Maradona dejó una huella en el mundo del fútbol a través de gambeta y de puro amor a la pelota, al amateurismo y a la vida escrita en forma de mito. Si hay personas que crecieron viendo a Maradona, también Maradona creció viendo a todos disfrutar de sus hazañas en el deporte rey. ¿Quién como Diego? Ninguno.