Todo corredor, nuevo o veterano en el running, ha sufrido una lesión. Periostitis, tendinitis, dolor en el tendón de Aquiles o la pata de ganso –hasta las tan temidas fracturas por estrés- tarde o temprano aparecerá una molestia persistente que obligará al runner a parar (pero de cada deportista depende qué tan largo será esa estadía en el “dique seco”) ya que lo mental juega un rol determinante en la recuperación física (el estado anímico influye en el rendimiento).

Para hacer este proceso de lesión más ameno hay una serie de claves para tener una mejor disposición ante la recuperación.

Asumir la lesión

Admitir la situación es la clave número uno. Existe, y por lo tanto, en vez de deprimirse la respuesta es buscar soluciones.

Tener un plan (y ganas de llevarlo adelante)

Es muy importante que este proceso sea liderado por un equipo médico (un doctor y kinesiólogo) bajo la guarda del coach. Confiar en los pasos y respetar los tiempos es mejor que querer apurar el proceso y volver a caer en una lesión igual o aún más grave.

Mentalidad positiva

El estado anímico definitivamente influye en el rendimiento. Cada ejercicio de recuperación debe ser tomado como si fuera el entrenamiento más duro y hacerlo a conciencia.