La actuación de River ante Talleres por la Supercopa Internacional dejó más preguntas que respuestas. Marcelo Gallardo creía que una final iba a hacer despertar a algunos futbolistas que vienen con rendimientos irregulares, pero nada de eso sucedió. El partido ante la T profundizó una problemática futbolística que podría convertirse en crisis. Fue un equipo sin alma ni creatividad, inclusive tampoco tuvo rebeldía en los minutos finales.

River solamente tuvo dos breves pasajes de buen fútbol, unos diez minutos en el tramo final del primer tiempo y otros diez minutos en el inicio del complemento, después fue pura apatía. Tanto Franco Armani como la defensa estuvieron a la altura, pero en la zona creativa y de definición no hubo prácticamente ningún jugador que haya estado a la altura de una final.

Jugadores que se sacan la pelota de encima, que dan pases sin mirar, que con el arco de frente no patean al arco, que desbordan y tiran un centro a la nada esperando que haya de casualidad un compañero en el lugar donde cae la pelota. Todo eso se ve reflejado en el poco gol que tiene River, y en contrapartida -por el buen trabajo de Armani y los defensores- es un equipo que prácticamente no recibe tantos. De hecho, en el semestre solamente le hicieron tres: uno Platense y dos Estudiantes.

En la final contra Talleres, el equipo de River estuvo sumamente partido entre quienes defendían y quienes atacaban, esto se pudo ver más claramente en el segundo tiempo y en la prórroga. Esto marca claramente que no están funcionando los volantes mixtos y si bien hace tiempo que se fue Nicolás De La Cruz y Exequiel Palacios, al Millonario le faltan ese estilo de jugadores. Bien podrían ser Aliendro o Nacho Fernández, pero su rendimiento no fue para nada bueno cuando les tocó jugar y por eso Gallardo casi ni los considera.

Un mediocampo sin alma

Sin dudas, los mayores problemas de River pasan por el mediocampo. Esto es así desde que inició el 2025, pero se profundizó en la final ante Talleres. Es cierto que Enzo Pérez cometió un error grosero con una mala entrega atrás que pudo derivar en gol de la T, pero salvo esa jugada, el mendocino sí estuvo a la altura de la final: corrió, metió, entregó simple, siempre buscó a sus compañeros y contagió la energía con la que se debe jugar un partido así. El otro mediocampista que tuvo un desempeño a la altura de un duelo de este calibre fue Franco Mastantuono, quien con su calidad buscó el arco rival, gambeteó, se asoció con sus compañeros y cumplió un buen papel hasta que Gallardo lo sacó.

Ahora bien, el resto de los mediocampistas, tanto los que iniciaron -Simón y Meza- como los que entraron para cambiarle la cara al equipo -Pity Martínez y Lanzini- no estuvieron para nada a la altura de una final. Simón y Meza jugaron directamente a otro ritmo, tomaron pésimas decisiones y nunca ofrecieron soluciones. Tampoco es que desbordaron con criterio o se asociaron con los laterales en sus escaladas, en cuanto a la actitud, también dejaron que desear ya que ni siquiera mostraron ese fuego interior para luchar cuando había que luchar.

Maximiliano Meza. (Foto: Getty).

Pity Martínez no jugó para nada bien, pero es irreprochable en cuanto a la actitud. El Pity la pide, busca, intenta, va al choque, quiere jugar siempre y tiene una rebeldía nata que lo hace un jugador especial, pero su nivel no apareció y River sufrió la salida de Mastantuono ya que el mendocino no aportó prácticamente nada. Por su parte, Manuel Lanzini fue la apatía en su máxima expresión, no hizo más que dar pases para los costados, no se comprometió con el armado del juego ni tampoco con la contención en los minutos finales, cuando Talleres intentó lastimar.

Manuel Lanzini ejecutó el sexto penal y le erró al arco. (Foto: Getty).

Una delantera sin hambre

Más allá de los problemas de creación de juego por parte de los volantes, los delanteros de River no solamente se vieron afectados porque no les llegaron pelotas limpias, la realidad es que tanto Sebastián Driussi, Miguel Ángel Borja y Facundo Colidio jugaron un partido para el olvido. El ex Austin además sufrió una lesión muscular que lo sacará de las canchas entre dos y tres semanas, pero antes de esa situación, prácticamente no tuvo contacto con la pelota.

Borja no fue aquel Borja que buscaba el arco permanentemente con su potencia, inclusive tuvo dos situaciones frente al arco en las que optó por dar el pase en lugar de buscar un remate franco, una clara muestra de la falta de confianza por la que está pasando. Finalmente, quien aportó pura apatía fue Facundo Colidio: hizo siempre la misma jugada -agarrar la pelota por izquierda, amagar para adentro y buscar a un compañero- pero fue tan repetitivo que los defensores de Talleres lo marcaron fácil. La frutilla del postre fue el fallo del penal en la tanda, tenía la oportunidad de meter para dar la vuelta olímpica, pero decidió patear sin siquiera mirar la pelota, una falta de respeto al hincha de River.

Colidio falló el quinto penal, que podía darle el título a River. (Foto: Getty).