Champions League, semifinales, enfrentar a uno de los mejores equipos del mundo, en uno de los mejores estadios de la historia. Tanto los jugadores del Liverpool como los del Barcelona se encontraban en el lugar que soñaron desde pequeños, desde que sólo eran unos niños y jugaban en las canchas cerca de sus casas. Si, llegado el momento la diferencia era enorme, tres goles a favor de los blaugranas, pero hay dos cosas que seguirán en el fútbol toda la vida y lo hacen tan hermoso: el talento y la esencia. 

El talento que cada uno de los protagonistas de esta historia indudablemente tienen y que les permitió alcanzar su sueño y estar en el lugar que siempre imaginaron. El talento que les permitió a los jugadores del Barcelona dar el golpe en el Camp Nou y llevarse la ida de la eliminatoria por 3 a 0, con una actuación descollante de su jugador más talentoso, Lionel Messi.

 

El talento, que le permitió a los jugadores del Liverpool dar vuelta la serie, con un 4 a 0 en Anfield y clasificar por segundo año consecutivo a la final de la competencia más importante de Europa. Y todo sin su jugador más talentoso, Mohammed Salah, quien se lesionó el fin de semana, pero de quien no necesitó, gracias al talento y esfuerzo del resto del plantel.

Y la esencia, ese intangible que queda impregnado en cada jugador desde aquellos partidos que siempre recordarán, cuando se jugaba sólo por diversión y regresar con una sonrisa al hogar luego de ganar. La esencia que le permitió al joven Trent Alexander-Arnold ver una jugada que en el fútbol profesional tan poco se ve y que tantas veces sucede en la cancha que está cerca de casa, esa jugada rápida, esa que nadie espera y que suele ser "un gol más" en un partido entre amigos que termina con un marcador de doble dígito para ambos equipos. La esencia que le permitió a Divock Origi tener esa repentización, al ver que la pelota le llegaba desde un lugar inédito, mientras se encontraba rodeado de camisetas amarillas que pensaban en otra cosa, para definir de primer toque y colarla en el fondo del arco de Ter Stegen. 

La esencia, que permite disfrutar el fútbol sin irritación, que permite vivir cosas que parecen imposibles en un fútbol tan profesional y táctico como el actual. Un gol, no. El gol. El gol que marcó sentenció la serie, ese al que más de uno se refirió como "no te pueden hacer ese gol", pero que en el fondo todos aquellos que jugaron al fútbol en la cancha cerca de casa saben que alguna vez lo convirtieron o lo sufrieron.

Todo queda englobado en una jugada, de esas que se hacen en la cancha cerca de casa y que terminó definiendo un pase a la final de la prestigiosa Champions League, con una de las remontadas más históricas, increíbles y memorables de todos los tiempos y dejó a todo el mundo recordando con una sonrisa como, en algún momento, vivieron algo parecido allí, cerca de casa.