Como en cada gran evento en la Ciudad de México, la reventa se hace presente afuera del Autódromo de los Hermanos Rodríguez. Con el clásico “le sobran, le faltan”, los revendedores abordan a los fanáticos que se dan cita al Gran Premio de México de la Fórmula 1.

Con precios que van de dos a casi tres veces su costo original, los revendedores ofrecen boletos de distintas zonas; sin embargo, a diferencia de muchos eventos, si la policía se da cuenta de su presencia, rápidamente son alejados de las inmediaciones.

Con rondines en bloques de 10 policías por los accesos del Gran Premio de México, los oficiales buscan hacerle frente a los revendedores; así, a las personas que les parecen sospechosas por estar mucho tiempo en un mismo punto o a las que les alcanzan a escuchar que hacen reventa de boletos.

Al cuestionar a un policía si las personas serían detenidas, el oficial se limitó a responder “serán alejados” mientras aceleraba el paso.