Suena Welcome to the Jungle con Guns N’ Roses al interior del lugar. De inmediato aficionadas y aficionados de Bengals gritan con euforia. Esa canción es su himno, el canto de batalla deportiva para recordar que ha llegado el momento de hacer sentir que la jungla, su jungla, se respeta.

“No gritamos, ¡rugimos!”, me corrige uno del ciento de fans bengalíes que se han dado cita en su “cueva”, Chili’s Insurgentes Nápoles, en la Ciudad de México. Desde hace cuatro años es su sede para apasionarse, alegrarse y sufrir con el equipo de sus amores. Este 13 de febrero fue una fecha especial. Contrario a lo que dicta el título de la película de futbol americano escrita y dirigida por Oliver Stone, no es un domingo cualquiera.

Es domingo de Super Bowl y Bengals es uno de los protagonistas, algo que no ocurría desde 1989 cuando cayeron ante San Francisco 20-16 en un juego inolvidable de Joe Montana. “En los ochenta teníamos un equipazo, pero los Niners tenían a Montana como quarterback. Estuvimos cerca de ganar y no se pudo. Hoy puede ser distinto”, dice Alfredo Rodríguez, fanático de Cincinnati desde aquellos años en que el equipo bengalí también generó aficionados en México gracias a su casco, considerado por muchos el más hermoso de la NFL.

Sin embargo, no todos los seguidores bengalíes son de la vieja guardia. También hay fans jóvenes. Uno de ellos es Jeff, quien viajó desde Ohio a Ciudad de México para ver el Super Bowl junto a la fanaticada mexicana de Cincinnati. Después de haber encontrado en redes sociales al grupo oficial de aficionados a Bengals en nuestro país, se entusiasmó con la idea de conocerlos, convivir con ellos y disfrutar un partido a su lado. Mejor imposible. ¡Se le ha concedido con la disputa por el trofeo Vince Lombardi!

Como si se conocieran de toda la vida, los bengalíes mexas y él entraron en sintonía con rapidez. “Hermano, es la NFL, así es el futbol americano. Ser fan de un equipo es ser miembro de una familia”, comenta agradeciéndose a sí mismo por darse la oportunidad de vivir una experiencia que puede percibirse como una locura. ¿Por qué hacerlo en Ciudad de México y no en Cincinnati? Sencillo: vencer barreras, unir fronteras. Como suceso, le resulta interesante conocer la devoción extranjera hacia el equipo de su ciudad.

En todo instante Jeff se siente arropado. Para quienes no hablan o entienden el inglés, hay bengalíes que se encargan de traducir para no quedarse fuera del inesperado encuentro en la jungla. “Quiero preguntarle cuánta afición tienen allá, quiero saberlo para poder decir que somos más de los que imaginan. Y es que se burlan siempre de nosotros porque dicen que Bengals no tiene aficionados. Somos pocos, sí, pero existimos”, expresa una fanática que presume su jersey recién comprado con el 1 de Ja’Marr Chase.

En el exterior del Chili’s, tras enterarse de la historia del visitante, un repartidor de comida por aplicación externa su incredulidad al pronunciar que le parece “una ocurrencia” que Jeff haya preferido viajar y ver el Super Bowl en México en vez de hacerlo en Ohio con los suyos. Para sacarlo del asombro, si es que eso puede ser posible, solamente queda repetirle lo dicho por el propio Jeff: “Ser fan de un equipo es ser miembro de una familia”.