Le lesión de Messi opacó el grito por la Independencia de Cataluña; el penal del América, el grito de Justicia por los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Es mentira que el fútbol es un reflejo de la sociedad. El fútbol es parte de la sociedad, y el mismo está atravesado por todas las complejidades de la misma, y viceversa.
Es por eso que este hermoso deporte no puede hacerse el distraído con determinados sucesos. Y lo celebramos. La Independencia de Cataluña es una causa que se ha ligado mucho al fútbol. El esplendor del Barcelona ha potenciado el reclamo histórico.
El 11 de septiembre de 1714 Cataluña fue derrotada y sometida por el rey Felipe V de España.
Las noticias deportivas tienen un impacto mayor, muchas veces, que otro tipo de sucesos. Se amplía el canal de comunicación. Y así, los futboleros nos enteramos que el Camp Nou se estremece, todos los partidos, al minuto 17:14, bajo el grito de “In-inde-independència”. A tal punto que llegó a los videojuegos.
El domingo se celebraron las elecciones parlamentarias en Cataluña y Junts Pel Sí, partido independentista, tenía muchas chances de quedarse con la mayoría absoluta, paso fundamental para avanzar hacia el propósito (finalmente ganó, pero no con el número necesario para dicha mayoría).
El sábado, el grito se iba a escuchar más fuerte que nunca. Pero no fue así. Cuenta Martín Rodríguez Yebra (corresponsal del diario argentino La Nación en España) que el grito sonó más débil que nunca.
La lesión de Messi acaparó todo. Los culés estaban prendidos a la radio, esperando noticias desde el hospital. Leo se había ido con un fuerte dolor en la rodilla, y se temía lo peor. “Desconectados del partido, atentos a las noticias del hospital que llegaban por la radio”, contó Rodríguez Yebra.
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En México la jornada estuvo bañada por el recuerdo del horror. Un año atrás, 43 estudiantes de Escuela Rural Normal de Ayotzinapa desaparecieron. Y así permanecen aún hoy, desaparecidos. Sí, así de escalofriante como suena. Y eso que todavía no mencionamos que, además, otros 6 fueron asesinados.
La guerra narco, la corrupción del estado y el abuso de sus fuerzas coercitivas, están haciendo estragos en el territorio Azteca.
El mismo día, como si fuera poco, fueron asesinados dos miembros de la delegación de Avispones de Chilpancingo, equipo de Tercera División.
Y el pueblo no quiere olvidar. Y por lo tanto, el fútbol tampoco. En todo México se recordó a los desaparecidos y se clamó por justicia. Se habló en la previa de la fecha, se colgaron banderas y demás.
El Clásico Nacional era sin dudas el megáfono indicado para tal pedido. Un Estadio Azteca colmado iba a enaltecer el reclamo. Por las dos parcialidades, tanto América como Chivas. El minuto 43 era el elegido, un ícono para semejante recuerdo.
A menos que el fútbol lo impida. Y, caprichoso como es, lo hizo. Instantes antes, el árbitro pitó un derribo de Salcido sobre Quintero, penal para Las Águilas. Gol de Osvaldo Martínez y Ayotzinapa, en este instante icónico y crucial, pasó al olvido.
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Esto no significa que se olviden definitivamente las causas. Hablamos de instantes. De momentos, donde nos rendimos ante el fanatismo.
Y esto no está mal. No podemos pensar 24hs en una causa, por más justa que sea. Hay instantes donde suspendemos la racionalidad y nos dejamos llevar por la pasión, que es otro tipo de racionalidad. Esto no está ni bien ni mal.
Pero atentos, que muchas veces en la historia de la humanidad este efecto ha sido utilizado como mecanismo diabólico. Ha seguir vibrando por el fútbol, pero no dejemos de lado el compromiso por la justicia.
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