Desde que Cristiano Ronaldo tomó la palabra en pleno campo de juego en Kiev, apenas consumado el triunfo 3-1 sobre Liverpool en la final de la Champions League, hasta el final de los festejos en Plaza Cibeles; el corazón de los aficionados del Real Madrid se había mantenido congelado.

Fueron casi veinticuatro horas de desconcierto desde que el crack portugués dio a entender que podía haber jugado su último partido con el equipo Merengue hasta que confirmó, casi al pasar, que no se moverá de la Casa Blanca.

Cuando los futbolistas del Real Madrid se retiraban del escenario montado en Plaza Cibeles, la palabra de Cristiano Ronaldo le devolvió el alma al cuerpo a los aficionados. "Gracias, muchachos. Hasta el próximo año", dijo el crack. Y decenas de miles de corazones volvieron a latir.