El 9 de marzo de 2022 se viralizó la noticia de un hecho que irrumpió en la narrativa del ambiente familiar que se vive alrededor del futbol mexicano: una madre acudió a la Fiscalía General del Estado de Querétaro para entregar a su hijo y ponerlo a disposición de la policía de investigación con el objetivo de determinar su posible participación en la golpiza que aficionados y supuestos aficionados de Gallos Blancos propinaron a seguidores del Atlas cuatro días antes en el estadio Corregidora.
«Me está rompiendo el corazón. Estoy deshecha, pero no hay de otra. Aquí estoy con él», declaró la señora a reporteros. De esta manera, los relatos de mamás llevando o acompañando a sus hijos al estadio se transformaron en nuevas historias surgidas de la violencia que impera en nuestra sociedad y ha trascendido al futbol.
A ese testimonio maternal también se suma el de la progenitora de una de las víctimas; Esteban Hernández, alias el Razor, fue uno de los atlistas golpeados con brutalidad. «Mi hijo ya no quiere dar entrevistas, porque, como dice, no se acuerda de nada», dijo su mamá a la cadena ESPN. Como consecuencia de las agresiones hacia su persona, Esteban presenta trauma, problemas de equilibrio y del habla.
Así, lo que antes era una sana distracción para sus hijos, ahora se ha convertido en un espectáculo alarmante para madres, padres y tutores de aficionados al futbol. Asistir a un estadio en México es un riesgo. El caso de la tragedia de Querétaro fue la expresión máxima de la barbarie que, en mayor o menor medida, se ha registrado durante los últimos años en distintos escenarios futbolísticos del país.
En el marco de la pandemia, tras autorizarse el retorno de gente a los estadios, una serie de broncas violentas se han suscitado en San Luis, Ciudad de México, Puebla, Querétaro, Jalisco, León. A ello hay que agregar la confrontación directa por parte de aficionados a futbolistas con advertencias y amenazas, tal como sucedió en Nuevo León con Rayados, o en el Estado de México con Toluca. Los regios, por ejemplo, lo hicieron con alusión a narcomensajes.
Debido a este fenómeno de constantes manifestaciones violentas y agresivas en el futbol mexicano, nos hicimos las siguientes preguntas: ¿El confinamiento y las afectaciones colaterales de la pandemia nos hicieron más violentos? ¿Ya lo éramos y todo era cuestión de aguardar el momento propicio para estallar?
Hasta la fecha no se han aplicado sanciones estrictas y ejemplares que funcionen como un mensaje contundente para erradicar la violencia. Multas económicas, vetos, llamadas de atención y puesta en marcha del acceso vía ID resultan insuficientes ante la magnitud del problema. Tan no han sido solución que sigue reproduciéndose el ánimo violento. Sin castigos, el aficionado agresivo se asume como dueño de una exclusiva libertad a la impunidad.
Episodios violentos recientes en estadios
San Luis-Querétaro (octubre 2019)
Previo a la pandemia, el partido disputado en el estadio Alfonso Lastras debió suspenderse por una fuerte riña entre aficionados de ambos equipos que culminó con invasión al campo. También hubo un intento de agresión hacia los futbolistas del equipo local. Piedras, palos y varillas fueron objetos utilizados como armas. Se reportó un saldo de 50 heridos.
Puebla-Pumas (noviembre 2019)
Al medio tiempo del partido disputado en el estadio Cuauhtémoc, aficionados y barras del equipo universitario se golpearon entre sí. Elementos de seguridad intervinieron para que no pasara a mayores. Este hecho evidenció que la violencia no siempre surge de enfrentamientos entre equipos rivales.
Meses después de esos dos partidos, ya en 2020, se anunciaron las medidas de confinamiento para toda la población. En el caso de los espectáculos deportivos, la Liga MX decidió cancelar el Clausura 2020. Posteriormente se permitió la reanudación de la liga para el Apertura 2020 con la condición de jugar a puerta cerrada. Durante ese periodo, una mayoría de aficionados utilizó las redes sociales para expresar lo mucho que extrañaban ir a una cancha para apoyar a sus equipos.
Señalaron que la pandemia era una oportunidad para reflexionar sobre la violencia en los estadios, un mal que se creyó iba a disminuir cuando se permitiera el retorno de público a las gradas. Pero esa romantización quedó precisamente en un efímero deseo.
San Luis-Tigres (septiembre 2021)
Al final del partido, aficionados de San Luis provocaron a los de Tigres e iniciaron riñas en inmediaciones del estadio Alfonso Lastras. Se agredieron con botellas, piedras, palos y varillas. También hubo detonaciones con balas de goma lanzadas al aire por parte de elementos de la policía local. Autobuses en los que viajaron aficionados tigres fueron apedreados.
San Luis-América (octubre 2021)
Otra vez los alrededores del estadio Alfonso Lastras fueron escenarios de golpizas. Aficionados de los dos equipos se enfrentaron con palos, maderas, piedras, botellas de vidrio y cadenas. Se pudo apreciar que un hombre con bebé en brazos intervino para que un aficionado americanista fuera golpeado en grupo por seguidores potosinos.
Cruz Azul-San Luis (abril 2022)
En el exterior de las rampas de acceso al Azteca, aficionados cruzazulinos se golpearon entre sí. Elementos de seguridad intervinieron en la pelea, sin embargo la golpiza se expandió, incluso contra uniformados. Un hombre terminó ensangrentado tras haber sido descalabrado.
Cruz Azul-Necaxa (mayo 2022)
Aficionados necaxistas que acudieron al estadio Azteca por separado decidieron agruparse en una de las cabeceras. Ese hecho fue interpretado por elementos de seguridad como la presencia de un grupo de animación visitante. Los policías aguardaron al medio tiempo para desalojarlos. Se suscitó entonces un enfrentamiento entre seguidores de los Rayos y los uniformados. Mujeres y niños resultaron golpeados.