Mucho antes de vender millones de discos, Julio José Iglesias de la Cueva soñaba con atajar balones. El hoy famosísimo cantante español tuvo un pasado como portero nada menos que en el Real Madrid que pocos conocen.
Adolescente, ingresó a la cantera del Merengue en etapas formativas entre finales de los 50 y comienzos de los 60 y llegó a entrenar junto a jóvenes que luego serían figuras como Manuel Velázquez o Ramón Grosso.
El giro dramático llegó en la víspera de su 20º cumpleaños: la madrugada del 22 de septiembre de 1962, el coche en el que viajaba con amigos se estrelló en la carretera de Majadahonda (Madrid). Las lesiones fueron graves; los médicos llegaron a temer por su movilidad, quedó momentáneamente paralítico y el sueño de ser arquero quedó hecho trizas.
Estuvo prácticamente postrado sin moverse durante un año y medio, tiempo en el que inesperadamente se iba a encontrar con su otra gran pasión: la música. Durante la larga convalecencia, un enfermero, Eladio Madaleno, le regaló una guitarra para que ejercitara las manos. Postrado, Julio empezó a rasguear, poner música a poemas y descubrir una voz que hasta entonces no había perseguido.
“Quise ser futbolista y no pude por un accidente que casi me deja paralítico.
Luego, sin buscarlo, me convertí en poeta sin serlo y en cantante sin cantar. Estaba predestinado así”, explicaba años más tarde el cantante de 81 años.
Ese nuevo camino explotó cuando presentó “La vida sigue igual” en el Festival de la Canción de Benidorm , certamen que ganó en 1968 y que se convirtió en su trampolín internacional: contrato discográfico, película semibiográfica y el inicio de una carrera que terminaría llenando estadios.
“Esa canción la escribí pensando en lo que sentía en aquellos momentos después de mi operación. Saqué fuerzas que no tenía con la música que me daba una guitarra y escribí estos pequeños versos sin saber dónde iban a terminar o dónde iban a empezar”, supo explicar Iglesias sobre aquella época oscura en la que se le cerró un camino pero se le abrió otro muchísimo más grande.
Ya consagrado en la música a nivel internacional, Julio Iglesias también se hizo tiempo para estudiar Derecho en la Universidad Complutense. “Alguna vez he soñado con que era yo el portero del Real Madrid, pero viendo las hazañas de Miguel Ángel o García Remón, o del resto de los guardametas de La Liga, creo que nunca hubiese llegado a ser tan bueno”, supo admitir respecto a su fanatismo por el fútbol.
Más de 300 millones de discos vendidos en casi sesenta años de carrera. Suena difícil encontrar a alguien en todo el mundo que no conozca alguna canción de Julio Iglesias. Sin embargo, la historia podría haber sido bien diferente si aquel accidente no le hubiera truncado su sueño de defender bajo los tres palos.
