Alguna vez fue presentado como la nueva joya del fútbol brasileño. En 2020, con solo 18 años, Reinier Jesús fue fichado por el Real Madrid por 30 millones de euros, en una operación que generó altas expectativas entre los hinchas merengues.
Hoy, cinco años después, el panorama no podría ser más distinto: no ha debutado en el primer equipo, su valor de mercado se ha desplomado y ni siquiera entrena con el plantel profesional.
Una carrera que nunca despegó
Reinier llegó al cuadro español tras destacar en Flamengo y ser campeón de la Copa Libertadores. Con ese currículum, Florentino Pérez decidió ficharlo como parte de la política de captar jóvenes talentos brasileños, al igual que con Vinicius Jr. y Rodrygo Goes. Sin embargo, el contexto fue completamente diferente.
La pandemia cortó su adaptación justo al llegar, y la falta de espacio en el primer equipo lo llevó a una serie de préstamos que nunca terminaron de funcionar. Primero, fue al Borussia Dortmund, donde jugó muy poco durante dos temporadas. Luego pasó al Girona en LaLiga, donde nuevamente fue suplente habitual, y más tarde al Frosinone de Italia, donde tuvo algo más de continuidad pero sin destacar realmente.
Su última cesión fue al Granada, donde acumuló 25 partidos, pero solo un gol y cuatro asistencias. Si bien mostró algunos destellos de su talento, nunca logró ser determinante, y el club andaluz no tuvo intención de extender su vínculo.
El presente: sin lugar ni rumbo
Hoy, Reinier Jesús ni siquiera entrena con el primer equipo del Real Madrid. Tras su regreso de cesión, fue enviado al Castilla (el equipo filial), y su situación es incierta. Tiene contrato hasta 2026, pero no entra en los planes de Xabi Alonso y su valor de mercado se ha reducido a apenas 4 millones de euros, una cifra muy lejana a lo que el Madrid pagó por él.
Asimismo, la institución se enfrenta a un problema: si lo ceden nuevamente, lo harán con la esperanza de que recupere algo de nivel y mercado; si lo venden ahora, asumirán una fuerte pérdida económica. Mientras tanto, el volante vive en el ostracismo, alejado de los focos y sin claridad sobre su futuro.
