Uno a uno fueron pasando los 209 países que componen FIFA para emitir su voto secreto. Luego los sufragios también fueron contados uno por uno, por varios representantes.
Una verdadera lección de geografía. Con música de ambiente de fondo, la voz de Jerome Valcke anunció uno por uno los países, en orden alfabético, y el cubículo dentro del cual tenían que efectuar el sufragio. El 1 o el 2. No, increíblemente FIFA no dispone de voto electrónico.
Todo se pareció mucho a un bingo, con la voz del Seecretario General de FIFA que no se detuvo nunca, dando órdenes y nombrando países que algunos nunca había escuchado antes. Eso sí, siempre acompañado por música chill para relajar el ambiente.
Japan, booth one. Israel, booth two. Kazakstan, booth one. Please, please
El protocolo fue un verdadero aburrimiento. Largo y monotemático, con un resultado que ya estaba dictado de antemano. Es realmente extraño que lo acordado previamente cambie, más aún en el momento. La noche anterior suele ser la más agitada, donde se hacen los últimos ajustes, como el bloque de CONMEBOL, que decidió quitarle el apoyo a Blatter.
¿Es acá la fiesta de disfraces?
El discurso de Blatter no fue escuchado con tanta concetración:
Hasta que se llegó al final de la primera vuelta. Las cajas dónde fueron insertados los sobres se llevaron a una mesa al frente de todos, a la vista de toda la sala, para ser contados uno por uno.
Se armaron dos pilas y, con mucha lentitud, fueron separando los papelitos, como cuando se elegía al mejor compañero en la escuela. Seriedad absoluta, la FIFA irradia confianza en todos sus aspectos.