MENDOZA – ENVIADOS ESPECIALES. La ciudad giró entorno al diez de Argentina. En la previa, durante el partido y en el post partido. La crónica de cómo Messi se apoderó de la cotidianidad de Mendoza.

Tras poco dormir nada mejor que un buen desayuno, sobre todo si viene incluido. “¿De dónde saco un plato?”, pregunto. “Ahí está todo”, me señalan sin apuntarme la mirada.

“Mirá, mirá, ahí es cuando se fueron. Bueno, con la cámara parece más lejos, pero ¡estaban ahí nomás!”. Mi pregunta había sido un poco obvia porque el plato estaba visible, aunque bueno, uno no está tan lúcido por la mañana.

Pero la respuesta había sido desganada y poco atenciosa por una razón totalmente valedera: estaban con los ojos en el celular, una de las chicas se acercó el jueves el Hotel Diplomatic, donde se alojó la Selección Argentina, y había capturado el momento en que los jugadores emprendieron viaje hacia el Estadio Malvinas Argentinas.

“¿Y el Messi?”, pregunta la que no pudo ir. “¡Sí!, pasó por ahí al lado. Se ve borroso, sí. Viste, la emoción hizo que se me mueva toda la cámara, ja”.

Porque para Mendoza, como para muchos otros puntos de Argentina, el artículo se antepone al nombre o apellido. Pero no escuché el Di María, ni el Mascherano, ni el nadie más en mi breve estadía por la Cordillera de Los Andes. Y la única explicación de esto es que solo escuché nombrar a Messi. A “El Messi”, como si no hubiese otro.

Y como se movió la cámara, se movió el estadio con sus intervenciones. Una noche fría, un partido trabado que no contagió, pero que se calentó (solamente) cada vez que el 10 platinado hizo contacto con la pelota. Con su gol, con caño, con gambetas incesantes. Porque cuando Argentina se quedó con uno menos, se hizo cargo del tiempo.

En sus pies descansó el equipo entero. Una gambeta de la Pulga era una bocanada más de aire para seguir corriendo y metiendo. La gente lo entendió y lo alabó cada vez que pudo, para que sienta el abrigo, para que nunca más se le cruce por la cabeza la idea de dejarlos.

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Mendoza reventó la venta de entradas sin saber quién iba a ser el técnico y con la renuncia del mejor de todos en la mesa. Tuvieron su premio. Debut con victoria del Patón Bauza y tachar uno de los puntos de la Bucket List: ver jugar a Lionel Messi. A El Messi.

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+ El Gol de Messi

+ Maravilloso caño, desde todos los ángulos