Desde la impresentable presentación del venezolano Argote en Atlético Nacional – Colombia, pasando por el vergonzoso gesto racista de un ayudante de Racing y la violencia en las tribunas, hasta el escupitajo de Centurión en México, las perlas negras de una semana manchada.

En los octavos de final de la Copa Libertadores, la violencia, el racismo, los árbitros sospechados, las reacciones inadecuadas y la furia descontrolada le quitó lugar a lo que verdaderamente importa: la pelota. La primera fase de eliminación directa tras la etapa de grupos se vio empañada por hechos que poco tuvieron que ver con el fútbol.

Lejos de justificar la reacción de los jugadores de Huracán, la actuación del árbitro venezolano José Argote en el partido de revancha ante Atlético Nacional fue lisa y llanamente, desastrosa. El juez maltrató a los futbolistas del Globo y se comportó de una manera completamente distinta con los locales. Según Marcos Díaz, llegó a insultarlos y a decirles “cagones”. Además, perjudicó al conjunto argentino marcando un penal y una expulsión sumamente polémicos.

Huracán, indiscutiblemente perjudicado, tampoco colaboró con la calma. Los jugadores generaron disturbios en el campo de juego al quedar eliminados, y el club siguió con la polémica al día siguiente en las redes sociales.

El día miércoles, en Belo Horizonte, los hinchas de Racing que fueron a apoyar al equipo al estadio Independencia sufrieron una salvaje e injustificada represión por parte de la policía brasilera. Ligaron palazos y fueron atacados con balas de goma y gas pimienta. Cinco debieron ser hospitalizados.

En ese mismo encuentro tuvo lugar un acto vergonzoso, discriminatorio y racista. Consumada la eliminación, Juan Carlos Gambandé, entrenador de arqueros de la Academia, simuló pelar y comer una banana de cara a la afición de Atlético Mineiro.

La última nota negativa la dio un ex-Racing que ahora juega en Sao Paulo. Cerca del pitazo final y con la clasificación asegurada, Ricardo Centurión vio la roja por escupir a un jugador de Toluca. Un acto infantil y poco inteligente que lo deja afuera del primer encuentro de cuartos de final.