Pasó la sudestada tras el Mundial de Rusia y arrasó con todo lo que tenía a su paso. Tímidamente, detrás de los escombros, Lionel Scaloni asomó una mano.

A los pocos días, quien formaba parte del extenso cuerpo técnico de Jorge Sampaoli se vio ante la chance de su vida: calzarse el buzo de la Selección en el momento que menos interés despertaba en una Argentina golpeada por la eliminación ante Francia y todas sus consecuencias.

 

 

Ese lateral derecho que hizo carrera una extensa carrera en España e Italia y representó a la albiceleste en Alemania 2006 estaba ahora ante el deber de un cambio de raíz que provocara la sensación de una auténtica renovación en la bastardeada bicampeona del mundo.

Sin Lionel Messi (prefirió renunciar tras su flojo desempeño en Rusia 2018) Scaloni armó una lista inicial repleta de futbolistas jóvenes que mezclaba promesas de la Superliga argentina y realidades del fútbol europeo que se quedaron inexplicablemente sin Mundial. 

 

 

Pasaron casi desapercibidos los cruces ante Honduras y Colombia. Apenas los más acérrimos a la Selección siguieron con detalle los primeros partidos del DT interino al mando. La dupla Giovani Lo Celso - Leandro Paredes y las presencias de Lautaro Martínez, Paulo Dybala y Mauro Icardi calmaron a las voces críticas que clamaban por sangre joven en el seleccionado.

Una goleada ante Irak parecía la previa perfecta para, probablemente, el duelo que serviría de vara para evaluar su desempeño. Pese a la derrota sobre el final ante Brasil, el buen juego y las constantes negativas de diferentes entrenadores para hacerse cargo de la Selección comenzaban a confirmar a Scaloni como líder de un grupo que lo tiene presente en cada declaración. 

 

Siempre algo antipático con la prensa, el pujatense repetía una y otra vez que su idea no era quedarse en el puesto. Con sus negativas, crecían también los elogios hacia él y la aceptación general de un público que, con la juventud, recobró algo de fe en la celeste y blanca.

Llegaron los duelos ante México disfrazados como estorbo al encontrarse entre medio de las dos finales de Copa Libertadores. Los mismos terminaron siendo el último eslabón para una propuesta virtual que antes del próximo mes se convertirá en realidad. 

Dos victorias sin demasiados sobresaltos a un disminuido combinado azteca cierran el balance de su interinato con 4 victorias, un empate y una derrota. Los aplausos de un público que colmó (gracias a la accesibilidad propuesta por AFA) los estadios de Córdoba y Mendoza fueron el broche de oro para una presentación que no se parece ni un poco a una despedida.

Los goles de Icardi y Dybala, las figuras de la Serie A que se veían opacadas por sus antecesores en la Selección desataron, entre otras cosas, la emoción de Scaloni en la entrevista post-partido.

Sus lágrimas hicieron tomar dimensión de una historia de oportunidades de las que escasean en el fútbol. Podrán cuestionarse las formas por las que llegó al predio de Ezeiza. Se dirá que entró por la ventana o por la puerta de atrás, que aprovechó el desconcierto para tomar las riendas de un proyecto que nunca lo consideró como una opción real. Se dirá también que el tren pasa una sola vez en la vida. Y que Scaloni, además de subirse, lo encarriló en las vías correctas para llevarlo al final de un trayecto que culmina en Qatar 2022.