Giovanni Simeone ha tenido una gran presentación con el Genoa, donde ya ha convertido dos goles, mostrando que su llegada a Europa no es sólo una cuestión de apellido.
“Hace jugadas de fenómeno”, sentenció La Gazzetta dello Sport; frase que ganó todavía mayor entidad cuando Hernán Crespo, experto en la materia, comentó: “Ver marcar goles a Gio siempre me emociona”.
Digno hijo de su padre, Giovanni Simeone ha tenido que dar una dura batalla, a pesar de sus 21 años recién cumplidos, para hacerse un lugar en la Primera División de Argentina, primero, y en Europa después. Pero el esfuerzo, que sabe bien no se negocia, comienza a rendirle frutos ahora que cosecha elogios en la Serie A.
A Gio le tocó dar sus primeros pasos en un River plagado de cracks, que terminó coronándose campeón de Copa Sudamericana y Libertadores. Relegado, decidió irse a Banfield, donde alternó buenas y malas en un equipo que no tenía demasiado para ofrecer.
Entonces, para algunos fue el invento producto de un apellido de peso; para otros un proyecto con buenas características por pulir. Poco lo ayudó su paso por los seleccionados juveniles argentinos, donde pese a alzarse como goleador, compartió con una camada de futbolistas que poco parece haber entendido del legado que José Pékerman pretendió hacer eterno, y terminó decepcionándose tanto en el Mundial de Nueva Zelanda como en los Juegos Olímpicos de Río.
Pero algo había en el Cholito y desde Genoa se animaron a apostar, pagando tres millones de euros a River para tenerlo en el inicio de una nueva temporada de Serie A. Lo ayudó el destino, porque ingresó al equipo por una lesión de Pavoletti. Y ya marcó dos goles, aunque los medios italianos, excesivamente pasionales, prefieren premiarlo por esa garra, ese carácter y esa velocidad que tanto disfrutan. Como los hizo disfrutar el Cholo, con el chuchillo entre los dientes.