El 14 de mayo último el Fútbol Club Barcelona llegaba al RCDE Stadium para enfrentar al Espanyol en un Derby que, ya en la previa, no se consideraba como uno más. Es que los de Xavi Hernández si conseguían la victoria se aseguraban el título de LaLiga, mientras que los de Luis García Fernández con la derrota se hundían en la tabla de posiciones, acercándose así al descenso que finalmente se consumó días más tarde.
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Finalmente el elenco blaugrana ganó el encuentro por 4 a 2 gracias a los goles de Robert Lewandowski en dos ocasiones, Alejandro Baldé y Jules Koundé, sentenciando así el torneo local y venciendo en ese preciso momento no solo a los pericos, sino también al Real Madrid de Carlo Ancelotti, equipo que lo escoltaba en la tabla de posiciones.
Pero las novedades de aquel día no terminaron en lo deportivo. Resulta que una vez finalizado el partido los jugadores del FC Barcelona empezaron a festejar en el campo de juego, situación que se debió suspender repentinamente porque los ultras del RCD Espanyol saltaron desde las gradas con claras intenciones de agredir a los culés.
A raíz de los incidentes (que más allá de la barbarie extrema, por suerte, no pasó a mayores), las autoridades del fútbol español decretaron dos fechas de suspensión al recinto, obligando al Espanyol a disputar sus dos primeros encuentros que les toca como local en el calendario de la segunda división fuera de su escenario habitual.
Al respecto, la institución catalana emitió un comunicado en el que, increíblemente, manifiesta que le supone una pena desmedida: ”El RCD Espanyol quiere mostrar su total desacuerdo con la, a nuestro juicio, desproporcionada e injusta sanción impuesta por el Comité de Competición al club que supondría el cierre del Stage Front Stadium durante dos partidos a raíz de los hechos acontecidos al final del pasado derbi y recurriremos la sanción a todas las instancias posibles”.