El 14 de diciembre de 1986, el mundo futbolístico se rindió a los pies de River. Un grito histórico del otro lado del planeta, generó un momento inolvidable para todos los hinchas del conjunto de Núñez. En la lejana Tokio, el Millonario obtenía por primera vez la Copa Intercontinental Europeo-Sudamericana.

El Millonario superó 1-0 al Steaua Bucarest de Rumania, con un gol convertido por el uruguayo Antonio Alzamendi, conquistando el trofeo más importante en la historia del club. Un River imparable en ese año, que se dio el lujo de quedarse con la triple corona: campeonato local – con coronación en La Bombonera-, Copa Libertadores y el tan deseado título mundial.

Un año histórico, repleto de éxitos y muy difícil de igualar. Con un punto culmine en este partido, que tuvo sus particularidades, pero que River supo cómo afrontar para levantar un trofeo que lo puso en la cima del mundo.

El equipo del Bambino

El “Bambino” Veira fue el gestor de aquella época súper exitosa de River (Crónica)

Hay equipos que quedan en el ideario popular. Que marcaron una época y hoy siguen siendo tendencia entre los más destacados del fútbol argentino. Bueno, eso pasa con el equipo de River que conducía Héctor Veira. Un ciclo que dio inicio en 1984, pero que tendría su punto más saliente a partir del Campeonato de Primera División 1985/86.

Impulsor del contraataque ofensivo como concepto más destacado del equipo, se convirtió en uno de los campeones más holgados en cuanto a puntos, que aseguraría con una victoria en su cancha ante Vélez. Unas semanas más tarde se produciría un hecho histórico: dio la vuelta olímpica en La Bombonera.

La ansiada Libertadores

El “Tolo” Gallego levantando un trofeo tan ansiado por el mundo riverplatense (@cariverplate)

El año seguía y River no paraba de ganar. En este caso, un torneo muy deseado. Habían pasado dos finales perdidas, en el 66 y el 76 y, casi como si fuera una tradición, diez años después volvía a estar en una instancia definitoria. Aunque el camino no fue sencillo. Por aquellos años, la Copa Libertadores se jugaba con un formato diferente al actual. Ese año, 18 equipos se dividieron en 5 grupos y el campeón vigente se sumaba recién en la segunda etapa.

River compartió el Grupo 1 con Montevideo WanderersBoca y Peñarol. Fue un monólogo del Millonario que obtuvo cinco triunfos y un empate ¿Los superclásicos? 1 a 1 en La Bombonera y 1 a 0 en el Monumental. En la segunda etapa, sus rivales fueron Argentinos Juniors y Barcelona de Guayaquil. Fue una zona sumamente pareja, que se resolvió por diferencia de gol después que el Millonario y el Bicho igualaran en el partido desempate.

La gran final sería ante América, subcampeón de la edición anterior. El partido de ida se jugó en Cali y terminó 2 a 1 a favor del MillonarioEn la revancha, River fue ampliamente superior, se quedó con el triunfo, con la gran figura de Juan Gilberto Funes, que convirtió el único tanto del partido.

Rival sorpresivo, partido complejo

El campeón rumano, un rival inesperado en la final Intercontinental (Imago)

Un inesperado equipo rumano no sólo era el campeón legítimo de la Copa de Europa, sino que en la final de ese año disputada en Sevilla derrotó al Barcelona de Terry Venables, conjunto antecesor del Dream Team de Johan Cruyff. El Steaua Bucarest se impuso en la definición por penales, con un plantel que luego sería la base del seleccionado del país en los mundiales de 1990 y 1994. Los rumanos resultaron un rival difícil y es recordado como el primer gran equipo de Europa del este.

Por su parte, River formó en aquella oportunidad con Nery Pumpido; Jorge Gordillo, Nelson Gutiérrez, Oscar Ruggeri, Alejandro Montenegro; Héctor Enrique, Américo Gallego, Roque Alfaro, Norberto Alonso; Alzamendi y Funes.

Un equipo repleto de grandes jugadores para jugar la final en Tokio (El Gráfico)

El encuentro marcó la despedida de la actividad del Beto Alonso, figura emblemática de la institución en las décadas del ’70 y los ’80, que luego tendría su partido homenaje en junio de 1987. “Fue el último acto de mi carrera como futbolista profesional. Lo viví junto a mis queridos compañeros, dignos de aquella obtención. La Copa Intercontinental, se iba para Núñez”, comentó a través de sus redes recordando aquel título.

Cabezazo para la historia

Tal como se preveía, el partido no resultó nada sencillo. Las situaciones de gol no sobraron, pero River entendió cómo debía jugar un compromiso definitorio y tan importante para su historia. En un Estadio Nacional de Tokio colmado, los 11 jugadores con la banda roja que salieron al campo de juego se entregaron por completo para hacer la diferencia.

El uruguayo Alzamendi y una definición que quedará para la historia (Imago)

La química entre Alonso y Alzamendi resultó fundamental para que pudiese abrir el marcador a los 28 minutos de la primera mitad. Tras una infracción a Funes en territorio rival, el Beto aprovechó una distracción del conjunto rumano y filtró un gran pase para Alzamendi, que entendió la intención, definió dentro del área y, luego de un rebote en el palo y posteriormente en el arquero, la pelota quedó en el aire para que el uruguayo, con un cabezazo, durmiera el balón en la red y desatara un grito mundial.

Aguantar y festejar

Remate del Beto Alonso, una de las pocas situaciones de gol del partido (Imago)

A pesar de haber tenido el resto del partido bajo control, el Millonario debió esforzarse y sufrir para terminar de confirmar su victoria. Principalmente, en el momento que llegó un gol del conjunto rumano… pero que no fue convalidado por posición adelantada. Sin mayores complicaciones después de esa circunstancia, River se terminaría quedando, por primera vez en su historia, con el máximo certamen de clubes del mundo y con la triple corona.

Ese triunfo consolidaba el dominio de los clubes sudamericanos sobre los del Viejo Continente desde que el certamen se disputaba a partido único. Con ese triunfo, el representante de Conmebol había ganado 6 de los 7 encuentros disputados -Juventus derrotando por penales a Argentinos Juniors era la excepción-.

Momento de festejo en Tokio: River se consagraba campeón mundial (Getty Images)

Fue el broche de oro para un año sensacional, estupendo, de los más grandes de su historia. River ganó todo lo que tuvo en juego: campeón de la Primera División de AFA, campeón de América y campeón del mundo. Con este galardón, el conjunto dirigido por el Bambino, se convertía en el primer equipo en la historia del fútbol argentino en conseguir el denominado triplete en un año calendario. Un triunfo histórico y mundial.