Está en la naturaleza del ser humano querer buscarle una explicación lógica a todo, y a veces, no hay. O por lo menos, no encaja con lo que se busca o se intenta comprender. El 25 de marzo de 1903 nació el Racing Club de Avellaneda, al sur de la ciudad de Buenos Aires. La afición que generó, habiendo ganado todos los torneos en la era amateur, desde 1913 a 1919, hizo que se consolide como uno de los cinco grandes del fútbol argentino. 

Entre los años 50’s y 60’s el club de Avellaneda también vivió un momento de esplendor en lo deportivo, y en 1966, bajo la dirección de Juan José Pizzutti, lograron el mayor invicto en la historia del club, 39 partidos, racha que le cortó una derrota contra River en el Monumental. Pero, como un tropezón no es caída, al año siguiente la Academia se coronó con la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental, ambas por primera vez en la historia. A todo esto, Independiente había sido el primer campeón argentino de la Libertadores, en 1964 y 1965, pero en ambas oportunidades perdió la final por Copa Intercontinental. 

 

Cuenta la leyenda que el logro de Racing enojó tanto a su archirrival que una noche, un grupo de hinchas del Rojo, que fueron desde el Libertadores de América hasta el Cilindro y enterraron 7 gatos muertos debajo de uno de los arcos. Los estadios de ambos equipos se encuentran a escasos metros de distancia, y este grupo de hinchas habrían tenido acceso porque el sereno del Cilindro era hincha del Rojo. Y comenzó la debacle. 

 

Resulta curioso que, aquel diciembre de 1967, el campeón del Torneo Nacional se definió con un clásico de Avellaneda, y la paliza 4-0 le dió un nuevo título a Independiente. En el 72, 73, 74 y 75, el Rojo salió campeón cuatro años consecutivos. A eso se le sumó la Copa Interamericana en el 73, 74 y 76. La época dorada del equipo también le valió su tan ansiada Copa Intercontinental en el 73. Del otro lado de Avellaneda, a Racing le siguieron años de sequía total. 

En 1980, el Toto Lorenzo se convirtió en el nuevo DT de la Academia, y conociendo la leyenda de los gatos, los mandó a desenterrar, pero aparecieron únicamente seis cuerpos. Luego, mandó a enterrar seis sapos, para atraer la buena suerte, pero no hubo caso. En 1983, aquel fatídico 18 de diciembre, tras la derrota 4-3 ante Racing de Córdoba, la Acadé descendió como local por única vez en su historia. Para colmo, esa temporada Independiente salió campeón. Además, con Racing en la Segunda División, en 1984 el Rey de Copas levantó una vez más la Intercontinental. 

En 1985, Racing pudo volver a Primera, pero su paso en la máxima categoría del fútbol argentino seguía sin mucha pena ni gloria, y tal fue así que en 1998 convocaron a un exorcismo y el sacerdote a cargo regó el terreno con agua bendita, pero eso no detuvo el mal momento.

Recién en 2001, en un contexto nacional bastante complejo, Mostaza Merlo se convirtió en el nuevo técnico, pero teniendo la maldición aún vigente, encargó que se cave hasta encontrar al séptimo gato que faltaba encontrar. Se removió todo el suelo, pero increíblemente, en medio del concreto apareció el cuerpo del séptimo gato, y en diciembre de ese año, con el país al borde del colapso, Racing fue campeón del Torneo Apertura tras 35 años de sequía. Creer o reventar.