Mientras Bahía descansaba plácidamente en su casa antes del encuentro, la odisea de Independiente empezó apenas pisaron territorio brasileño. Desde ese entonces, absolutamente fue todo en contra para el Rojo.

Desde dos jugadores demorados por pelearse con la Policía hasta un plantel entero durmiendo en el frío de la noche sin agua ni comida. Sin contar con la cantidad de gente que debió volverse a Buenos Aires a horas del partido que se jugó este martes por la Conmebol Sudamericana.

Para ambientar esa épica por la fue Independiente al estadio brasileño, cayó una lluvia torrencial en Bahía. Para la primera parte, Jonathan Herrera abrió el marcador de un penal tras una jugada de Alan Velasco, quien fue una de las figuras del equipo que no dirigió Julio César Falcioni, sino el único del cuerpo técnico que quedó allá: el entrenador de arqueros.

En el comienzo de la segunda parte, un nuevo penal cayó a favor de la visita y ésta vez se hizo cargo Velasco: era 2-0. Épico. No obstante, las piernas empezaron a quedarse y Bahía comenzó a venirse. Así llegó el descuento de Thaciano antes de la hora de juego y el empate de cabeza de Luiz Otávio.

Sobre el final, Sebastián Sosa hizo un penal al barrer en un campo de juego que era lo más parecido a una pileta y Bahía tuvo la posibilidad de ganarlo. No obstante, el arquero uruguayo se hizo gigante y sacó a relucir su mejor faceta: atajar penales. Lo tapó cerca del tiempo de descuento e Independiente logró un empate de oro de visitante.