No aguantó la bronca. Cuando Nicolás De La Cruz vio que Marcelo Gallardo había decidido sacarlo del campo de juego en el duelo de ida que River jugó ante Athletico Paranaense explotó.

No saludó a su DT y cuando Matías Biscay, el ayudante del Muñeco, lo quiso frenar, también fue ignorado por el uruguayo.

Claro, todos sabemos que al entrenador poco le gustan este tipo de actitudes, pero parece que en la semana todo quedó aclarado.

Porque el propio futbolista, que volvió a ser titular en la vuelta, se encargó de patear el penal que significó el 1-0 final y la clasificación a cuartos de final de la Copa Libertadores gracias al 1-1 en la ida. 

Y al instante, agarró la pelota, se la puso bajo el brazo y corrió al banco de suplentes para abrazar a su técnico, como un pedido de disculpas.

El más ganador de la historia del conjunto de Núñez recibió con los brazos abiertos este gesto y todo quedó en el pasado. Bien.