Antes de la pandemia, durante las charlas futboleras de oficina o con cerveza en un bar, nombres de jugadores iban y venían. Las conversaciones giraban en torno a cualquier tema que tuviera al futbol como centro de atención.
Ya sea por la incesante necesidad de volver al pasado para corroborar que los tiempos han cambiado, con el fin demenospreciar o apreciar el futbol actual, varios de esos nombres eran de los monstruos que marcaron época en clubes, selecciones o simplemente en sus posiciones. Uno de ellos, Lothar Matthäus.
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Pero con Matthäus sucede algo peculiar. Algunos lo recuerdan como mediocampista ofensivo, otros como contención destructor de juego, unos cuantos como defensa, e incluso hay quienes lo ubican en su memoria como delantero. ¿Por qué pasa eso?
Cierto, el alemán moldeó su posición en la cancha para pasar de ser un mediocampista con visión ofensiva a un líbero. Entonces, ¿por qué muchos futboleros se acuerdan de él anotando goles como si hubiera sido un atacante? ¿A qué se debe que otros lo tienen presente como defensa central?
También hay confusión al referir que era un hombre que se encargaba de cortar jugadas, recuperar balones y tirador de penaltis, sin embargo, dichas referencias contrastan con aquellas voces que lo identifican como gran ejecutor de tiros de larga distancia, cabeceador y gambeteador.
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Quizá la respuesta esté en su estancia con Inter de Milán de 1988 a 1992. Mientras que Diego Armando Maradona continuaba encumbrándose con Napoli y Marco van Basten tenía maravillados a los aficionados del Milan, Lothar Matthäus derrochaba futbol con el equipo neroazzurri.
Ese derroche impactaba por su forma de entender la cancha; recorría todas las zonas del campo para apoyar a sus compañeros en labores defensivas y ofensivas. Fue en su postura al ataque lo que impresionó, porque era capaz de robar un balón en la media para enfilarse al arco rival quitándose adversarios del camino, o bien tenerse la confianza de rematar de larga distancia.
Matthäus también era capaz de acompañar una jugada colectiva para ingresar al área y esperar un centro preciso para cabecear y enviar la pelota a la red. Si se trataba de defender, en caso de no poder contener al contrario con presión, retrocedía para ayudar a cortar el avance, especialmente con la recuperación de la pelota.
Así, quienes recuerdan al señor Lothar como goleador, recuperador, rematador de larga distancia y cabeceador, sépanse tranquilos al saber que no son víctimas del efecto Mandela. En verdad, Matthäus devoró todo el campo durante su paso por Inter de Milán.A veces, la cancha le quedaba chica.
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