Portadas de México y Panamá coincidieron: la semifinal de la Copa Oro fue un papelón. Además, el partido repercutió en el mundo entero.
No hace mucho, FIFA sufrió un fuerte golpe de legalidad. FBI comenzó a ventilar la trama de corrupción que la entidad madre trazó, con fuerte arraigo en CONMEBOL Y CONCACAF.
Jack Warner fue uno de los dirigentes más influyentes de CONCACAF en los últimos 20 años, y es quizá el dirigente más corrupto de la historia. El triniteño fue expulsado en 2011, cuando era justamente presidente, por diversos casos de corrupción, entre los que se encuentra la reventa de entradas. En 2015 fue arrestado.
FIFA se quiso limpiar sacando a Warner en su momento, pero la estructura completa está corrupta y no iban a zafar tan fácil.
Julio Rocha López, de Nicaragua, Eduardo Li Sánchez, de Costa Rica, Costas Takkas, de Islas Cayman, y Jeffrey Webb, caimanés también y presidente de CONCACAF, fueron detenidos también. Todos investigados por recibir coimas para destinar los derechos televisivos.
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Era de esperar que la Copa Oro no pueda ser ajena a todo esto. El campeonato en sí se vivió con mucha vergüenza. Los penales para México y los arbitrajes nefastos, son apenas en un detalle en un fútbol que está en terapia intensiva.
Los medios mexicanos piden perdón, los panameños expresan una justa indignación, y en el mundo se sorprenden por un partido escandaloso. No se deberían sorprender de nada, cualquier cosa se puede esperar de FIFA.