Hay una frase popular que dice que en la cancha son once contra once. Fenómeno, así es técnicamente. Pero se lo dejamos eso a los matemáticos o científicos que creen que todo se puede medir o cuantificar.
En el césped hay mucho más que 22 jugadores. Hay gritos, silencios, ilusiones, sueños, esperanzas, miedos y muchos componentes más que hacen del fútbol el mejor deporte del mundo. Que hacen del fútbol el relato más maravilloso que tiene la humanidad.
Hasta el más profesional de los futbolistas ve pasar la historia de su vida antes de patear un penal
El fútbol es mucho más el cómo lo sentimos que lo que es fácticamente (22 tipos pateando una pelota). Es ese imaginario que nos creamos, donde entran en juego fanatismos inexplicables, locuras que no se darían en otros ámbitos, que no forman parte de la vida diaria y se expresan en este campo. Que en algún lado se tienen que expresar, porque están dentro nuestro, pero hemos elegido el fútbol como medio.
Y todo esto juega. Porque no somos robots y hasta el más profesional de los futbolistas ve pasar la historia de su vida antes de patear un penal. Ve pasar la historia del mundo.
Y la historia de Lationamérica, al menos la más reciente, dice que Boca gana por penales. Que la Bombonera tiembla. Que los uruguayos son siempre difíciles. Que Nacional nunca ganó una definición por penales en Copa Libertadores. Que el arquero de Boca se transforma en héroe.
Son relatos populares, que corren en las discusiones futboleras, que los protagonistas han mamado, que tienen interiorizados. Que no son determinantes tampoco. Que no van a ganar un partido. Que pueden ganar un partido. Que ayer, ganaron un partido.