Arturo Vidal se cargó al hombro la victoria de un seleccionado chileno que dejó una pálida imagen como local ante Perú. 2-1 y esperanzas renovadas.
Puede que no le gusten muchas de sus actitudes. Puede que en circunstancias lo juzgue poco profesional. Pero la realidad es que Juan Antonio Pizzi debe agradecer todas las noches, antes de irse a dormir, el hecho de tener en su equipo a un futbolista de la jerarquía de Arturo Vidal.
Chile volvió a hacer agua en Santiago, mostrando que ha perdido mucho del nivel que lo llevó a ser bicampeón de América. Pero el futbolista de Bayern Munich, vestido de goleador, se encargó de que de todas maneras los tres puntos se quedaran en casa.
Perú, que comenzó perdiendo desde el minuto 10 del primer tiempo por obra del mismísimo Vidal, hizo méritos suficientes como para al menos quedarse con el empate, algo que consiguió de manera parcial cuando Edison Flores venció la resistencia de Claudio Bravo a 15 minutos del final del partido.
Pero cuando parecía que los dirigidos por Ricardo Gareca terminaban por hundir a Chile, otra vez el Rey Arturo Vidal se inventó un golazo que fue la única razón por la que La Roja terminó celebrando un triunfo en el Clásico del Pacífico.
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