Cuando el árbitro pitó el final del partido, los jugadores de Boca sintieron cómo sus corazones se destruían.

Los futbolista del Xeneize fueron saludados por todos los de River con un gesto que nos encantó a todos.

Cuando terminó la entrega de medallas, los hombres de Guillermo Barros Schelotto se fueron directo al vestuari con la cabeza agachada.

Claro, la tristeza lógica de perder la final más importante de la historia del club y quedar para siempre en el mal recuerdo.

¡Pero arriba la cabeza!