La llegada de Diego Maradona a Gimnasia y Esgrima de La Plata ameritaba la locura, el estadio colmado, el cancionero renovado, el carrito que lo llevó hasta la mitad del campo, el abrazo de los jugadores que ahora serán sus dirigidos. Las lágrimas.

El Diez se mostró absolutamente comprometido con el nuevo desafío, con sacar al Lobo de la zona de descenso.

Se permitió hacer una promesa que tiene mucho más que ver con lo que espera darle de sí a Gimanasia, que acabó en una ovación cerrada.

"Les prometo que este grupo va a ser un ejemplo", expresó Maradona. Aunque avisó: "Yo no soy un mago, vengo a trabajar".