Ocurrió en el famoso Boca Predio. Se dio entre mediados de 2021, luego del escándalo de Atlético Mineiro-Boca por la Copa Libertadores, que posibilitó la explosión de Valentín Barco en la Primera de la mano de Sebastián Battaglia y la llegada de Jorge Almirón al club a principios de 2023.
Fueron casi dos años de encierro para el pibe, que había demostrado ser un distinto con apenas 17 años, desplegando todo su repertorio con pases no look, tacos, pisadas, más su pegada envidiable ante Banfield y San Lorenzo de Almagro.
El Consejo de Fútbol de Boca, en lugar de potenciar a un futuro crack, lo castigó apartándolo del plantel profesional, y como si no fuese suficiente pena le cerraron las convocatorias a la Selección juvenil Argentina.
No se coman el verso de los alcahuetes de Riquelme, que le cuentan las costillas a los que se van de Boca por plata pero se olvidan de cuando Román eligió retirarse en Argentinos Juniors en lugar de renovar con Boca, porque no le daban los dólares que quería. Si el pibe hubiese querido se iba en 2023, dejando a Boca en banda en el medio de la Libertadores, sin embargo el chico decidió seguir jugando la copa hasta llegar a la inolvidable final del Maracaná.
Por supuesto que se podría haber buscado una salida más elegante del jugador, como la de Claudio Echeverri en River: que Barco juegue todo 2024 en Boca, cumpla su contrato, para luego dar el salto a la Premier. Pero acá hay mala onda, hay broncas, no hay feeling, hay cuentas pendientes, creo que hay hasta una cuestión de piel.
Barco y su entorno, su familia, se tuvieron que bancar por ejemplo que el flamante presidente de Boca salga a decir en TV que el colorado estaba jugando mal mientras elogiaba a Pol Fernández y Fabra, una cosa de locos. Riquelme y Barco no se querían, así de simple. Por Rouco (Adrián, su representante), por la personalidad del pibe, por la soberbia e intransigencia del consejo, o por todo esto se tuvo que llegar a un acuerdo malo para Boca para evitar la vergüenza de que el mejor juvenil del club se vaya libre. Ahora hay que comerla, bancarse que el pibe ejecute la cláusula y se mande a mudar.
Además, si Valentín Barco llegó a romperla en la Primera de Boca fue gracias a Jorge Almirón, no a Juan Román Riquelme. Si hubiese sido por la dirigencia seguramente se iba del club casi sin ponerse la azul y oro. Si vale la anécdota, a mediados de 2022, Sebastián Battaglia le solicitó al Consejo de Fútbol que den a préstamo a Agustín Sández para subir a Barco a Primera. Adivina adivinador…¿cuál fue la respuesta de Riquelme? Sandez siguió a disposición del DT, mientras que Valentín continuó en la Reserva.
Ahora Barco deberá demostrar en Europa de qué madera está hecho, porque también es cierto que sus actuaciones en los clásicos no fueron buenas, como así tampoco su partido ante Fluminense buscando la séptima, tan cierto como que el pibe no se bancaba más a Riquelme y se tomó el palo.
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