Surgió como un prometedor volante central de un Tigre consolidado en Primera División. Reemplazó a una leyenda del club como Diego Castaño y se afianzó como titular indiscutido con 20 años, para sembrar el interés de un River que acababa de ganar su tercera Copa Libertadores y la primera bajo las órdenes de Marcelo Gallardo.
Las circunstancias deportivas y de la vida llevaron a que el DT millonario no lo considere como él esperaba, pasó por varias cesiones durante su carrera y lo llevaron a tomar la decisión de retirarse con 32 años.
Joaquín Arzura, en una entrevista con BOLAVIP, repasó su carrera desde los inicios, en los que tuvo que buscar un trabajo para seguir luchando por su sueño, hasta la actualidad en la que se lanzó como representante para acompañar a los futbolistas desde el otro lado de la línea de cal.
-Sorprendió tu decisión de retirarte
-Es una decisión que pensé mucho. Creo que es lo mejor para mí y para mi familia, que es lo más importante. Y me cansé de armar valijas y empezar de cero en un país y en otro, en una ciudad y en otra. Lo disfruté muchísimo, pero fueron muchos años y no quería arrastrar a mi familia.
-¿Recordás en qué momento fue la decisión?
-Primero empecé con algunas dudas, a preguntarme si quería seguir jugando y si lo estaba disfrutando. Lo hablé con la psicóloga, para ver cómo podía empezar con el duelo y si era verdad lo que yo sentía que me había agotado mentalmente. Hablándolo con ella fui encontrando las respuestas solo. Harán 3, 4 o 5 meses atrás que dije ya está. Llega junio y ya está. No voy a ponerme a entrenar por mi cuenta, a buscar club. No me pasa eso de decir, qué ganas de estar ahí adentro. Con el pantalón largo, en vez del corto, me siento bien. Estoy muy contento con la decisión.
-Lo último tuyo había sido el Isernia en Italia, ¿la decisión la tomás allá o en Argentina?
-La decisión la tomo en Italia, todavía en competencia. Yo el año pasado, cuando termino en Independiente Rivadavia, tenía muchas ganas de tener una experiencia en Italia porque ya un poco hablaba el idioma y quería ir a comer pizza y pasta, además en pandemia había tomado clases de italiano. Allá fue que me pasó que ya no tenía ganas de entrenar, algo que no me había pasado nunca. Llegó el invierno y no tenía ganas de ir a entrenar. Me pasó un día, me pasó dos, me pasó tres y ahí me empecé a dar cuenta. Siento que se fue apagando un poco la llama.
-Con todo lo que a vos te había costado, tomaste la decisión y se terminó.
-Yo empecé a viajar a Tigre dos horas y media en colectivo desde los 14 años, entonces yo no considero que empecé a jugar a los 20 años. Costó llegar, me subieron a Primera 200 veces y me bajaron otras 200 veces. Hubo un sube y baja tremendo, tanto en Inferiores como en Primera, pero por suerte me pude imponer y terminé logrando el sueño que era jugar al fútbol. Y, después de tantos años, me agoté un poco.
-Hablame de tu vieja, porque sé que tuvo un rol preponderante
-Sin la presencia de mi vieja, no hubiese llegado a ningún lado. Me acompañó siempre, me llevó a todos lados sin importar nada. Para mí ella es lo máximo.
-Y esto está relacionado con tu actividad actual
-Sí, lo venía pensando hace mucho y creo que está muy bueno poder tener a una empresa tan grande atrás y que en el día a día esté yo, que soy una persona joven, más o menos contemporánea con los chicos que están jugando ahora o empezando. Todo lo que sienten lo voy a entender. Si juegan, si no juegan. Si los citan, si no los citan. Si los dejan libres, si se lesionan. Porque yo lo viví.
-¿Cómo hacés para que tus representados sepan que lo importante es hacer una carrera y no estar pensando en cuánta plata van a ganar?
-Para mí, cuando pensás primero en lo económico, todo lo que decía de lo que yo disfrutaba desde chiquito, no tengo la ciencia exacta, pero yo creo que van a ser los menos los que lleguen. Yo creo que la única forma en la que los chicos pueden llegar es si piensan solamente en lo deportivo porque la parte económica no existe cuando estás en inferiores. Por ejemplo, yo jugué 10 partidos en la Primera de Tigre sin contrato.
-¿Qué recordás de tu debut?
-Cuando estás entrenando en tu categoría y te llama el técnico de Primera, es lo máximo. Me pasó que me subió el Vasco Arruabarrena en una pretemporada y era un grupo lindo pero te volvían loco. Se me dio la posibilidad de jugar contra Defensa y Justicia un ratito por la Copa Argentina, en cancha de Lanús. Yo sentía que había llegado a Primera, pero no del todo. Mi razonamiento es que jugaba un equipo de Primera contra un equipo del ascenso, entonces me faltaba el debut en serio. Tenía 18 años y recién debuté después contra Quilmes a los 20. O sea que estuve dos años subiendo y bajando. También me puse a laburar en un momento. Me puse a estudiar cocina y me daba vergüenza pedirle las monedas para el bondi a mi vieja, entonces hablé con el tipo este de la escuela de cocina si salía algún laburito. Y justo me dijo que había abierto un lugar de sushi y le faltaba alguien para la parte de caliente, fui al otro día, probé, lo hice más o menos bien y empecé. Y ahí laburé 4 ó 5 meses. Pero claro, era de 18 a 23 y estaba cinco horas parado, entonces era un montón. Pero en esos meses junté plata con la que me pagaba el bondi o si quería comer con mis amigos y no le pedía plata a mi mamá. Y, justo cuando dejo, Pipo Gorosito me sube a Primera. Después viene Diego Cagna, juego el primer partido de Reserva, pego una patada en la cabeza y me echan, pero después de esas dos fechas de suspensión voy al banco de Primera. Insólito, no me la esperaba. Ahí debuté contra Quilmes.
-Y después llegás a uno de los equipos más grandes del país, a River.
-Sí, hablé con Biscay. Me llamó, me dijo que Marcelo (Gallardo) estaba de vacaciones y que creía que me podían necesitar porque podía jugar de 5 tapón y de doble 5. Y le dije que sí, ya, mañana. Para mí y para cualquier futbolista, era lo más grande. Pero bueno, llegué con la cabeza medio quemada en cuanto a se hace, no se hace. Fue un mes duro de locura. Llegué a un River campeón de América, lleno de fenómenos, con un técnico muy duro, muy exigente y yo venía de tener un técnico exigente pero no así. Entonces fue un cambio muy grande.
-¿Y qué recordás del primer encuentro con Gallardo?
-Me agarró y me dijo ‘dale para adelante, no tenés que demostrar nada’ porque uno está acostumbrado a que los jugadores llegan y quieren demostrar todo y eso es contraproducente. Mucho más que eso no me dijo.
-No jugaste mucho
-Jugué mucho menos de lo que hubiese querido. Llegué y el primer partido no fue ni citado. No tenía la preparación para quedar afuera de la lista, no me había pasado nunca y no porque no me lo mereciera, pero estaba tan acostumbrado a lo otro que fue muy fuerte no estar ni citado, jugar en Reserva otra vez. Pero por más que no me haya salido como me hubiese gustado no me arrepiento de haber ido a River. Fue lo mejor y fue lo peor que me pasó porque te da un estatus de decir, jugué en la Primera de River, pero al mismo tiempo emocionalmente me costó un poco porque pasé de jugar todos los partidos a no jugar nunca o jugar poco, y cuando jugás tenés que rendir. Capaz que jugábamos juntos los que no veníamos teniendo muchos minutos, estábamos muchos sin ritmo, sin confianza y encima teníamos que rendir, entonces terminó siendo un poco adverso.
-Es como llegar a una selección
-Es pasar de jugar con futbolistas buenos a jugar con casi todos cracks. Y además son cosas que nunca te imaginás que podés llegar a vivir. Están los normales y después están los otros: Lucho González, D’Alessandro, Ponzio, Maidana.
-Y de ese grupo de fenómenos, ¿tuviste alguno que te haya apadrinado?
-Me trataban bien todos pero me la tuve que rebuscar un poco más solo. Después en un momento, Ponzio en una charla dijo que tendría que estar más cerca de mí. ‘Yo soy grande, él es chico, misma posición, ayudarlo un poco’. Lo dijo adelante de todos. Él se dio cuenta tiempo después y quizás me hubiese venido mucho mejor que sea de entrada.
-¿Y por qué creés que no se dio?
-No se habrá dado cuenta. Yo creo que habrá querido ver cómo era yo y después de hacerlo se dio cuenta de que tenía que ayudar y me parece que está bien.
-¿Pudiste disfrutar más allá de eso?
-Sí, pero con la exposición nunca me sentí cómodo. Las fotos, los autógrafos no me gustan. Me incomoda. Después, en la parte deportiva sí, aunque en los lugares en los que hay muchas exigencias es difícil disfrutar del todo porque la exigencia la gana a todo. Si empatás 0-0, tenés que ganar. Si ganás 1-0, tenés que ganar 3-0. Si perdés, un quilombo. Si no venís jugando, entrás y encima jugás mal, vos decís ‘ya está’. Entonces no terminé disfrutando tanto. Quizás el día que más disfruté fue cuando jugamos contra Melgar de visitante y jugué de titular Copa Libertadores con River y ganamos. Ese día la verdad que lo disfruté un montón. Después, el haber pasado por River me abrió puertas que no me hubiesen abierto y me hizo mejorar porque no es lo mismo que te dé un pase uno normal que te dé un pase fuerte Lucho González y te diga, ‘che flaco, orienta bien’. Entonces, esa exigencia te hace mejorar. Pero fue imposible disfrutar River como disfruté Tigre.
-Fuiste jugador de River muchos años y tuviste muchas cesiones.
-Primero que nada, si no pasaba por River, no creo que hubiese llegado a Osasuna desde Tigre. Hoy por cómo está todo, sí, pero en su momento no. Y haber llegado a España y sentirme cómodo tiene mucho que ver con haber pasado por River porque más o menos era algo parecido. Y después sí creo que me perjudicó un montón el hecho de que River no acepte que no le había salido el negocio como quería. Entonces, al haber ido un año a cada lugar, llegás, te acomodás, podés tener un semestre bueno… dicen que las adaptaciones duran seis meses. Entonces, cuando te empezás a adaptar ya termina el campeonato y te volvés a tu club y obviamente como tuviste un año normal no se vuelven locos por comprarte. Si yo hubiese estado dos o tres años en cada lugar, probablemente hubiese sido diferente.
-¿Y por qué no se daban esos arreglos?
-A todos lados fui a préstamo y eso te achica las posibilidades porque quizás un club prefiere tener a un club por dos o tres años que por uno. Tener un jugador que sea propio o que sean más largos los préstamos. Entonces volver al club cada un año no es tan positivo. Lamentablemente nunca estuve del todo tranquilo para poder desarrollarme en los clubes.
-¿Qué creés que te faltó para desplazar a un Ponzio y consolidarte en River?
-Hice todo lo que podía hacer y era, todos los lunes vamos de vuelta. Vamos otra vez con las ganas, con la ilusión y después siento que cuando jugué más o menos bien algunos partidos de Copa, ahí Marcelo me dijo que no me iba a tener en cuenta, que me busque club. Pero era todo un sube y baja de emociones tremendo durante un año y medio y además estaba compitiendo y era siempre consciente de que por más que yo estuviera en un buen nivel, jugaban Ponzio y Nacho Fernández en un gran nivel también, que para mí ellos están un escalón por encima del futbolista medio, que yo me considero un futbolista medio. Ellos están por encima de mi nivel. Y también estaban Lucho González y D’Alessandro. Yo me quedo tranquilo porque yo hice lo que tenía que hacer. Después, no me dio. Y también considero que es válido aceptar que ellos eran mejores que yo y está bien también. Nacho tenía un guante y Leo con un movimiento te metía un cambio de frente de 200 metros. Yo ni que lo entrenara lo podía hacer porque lo de ellos era natural. Lo fui entendiendo después, que también es parte, como el caso de los préstamos. Está todo bien, pero la institución tiene que aceptar que no salen todos los negocios bien. Si ellos lo hubiesen aceptado antes, yo me podría haber ido antes y firmar un contrato más largo en otro lugar.
-¿D’Alessandro es de los mejores jugadores que viste?
-Sí, de los mejores compañeros que tuve. Va al frente como loco, las quiere todas, si no se la das te putea, que está bien. Con nosotros ya era grande. Marcelo hacía reducido mano a mano, que yo solo te la puedo sacar a vos y vos a mí, más allá de los otros. A veces me ponían con él, yo tenía 20 años y lo corría para todos lados y se enojaba. Pero no se la podía quitar. Entonces, imaginate lo que habrá sido él a los 20. Menos mal que no lo enfrenté porque pasaba un papelón. Un crack.
-Tuviste un paso por la Sub-20 también.
-Estaba Perazzo de DT y tuvimos bastante continuidad con el plantel que armaba. Fueron casi dos años que estuvimos. También tuve la suerte de estar de sparring en la Copa América que se hizo acá. Y cuando estaba por tocar el Sudamericano, en enero, a fin de año Walter se va a Olimpo, agarra Trobbiani y él lo que hizo fue, todos los chicos que más o menos estábamos con dos años ahí, citó a la mayoría de los que estaban jugando en Primera. Que eran Kranevitter, Vietto, Centurión. Estuve dos años preparándome para el Sudamericano y dos o tres meses antes pasa esto y cambió la mitad del plantel. Quedé afuera y fue de las cosas más triste que me pasaron en el fútbol. Era lo más lindo del mundo y después eso no pasó y fue durísimo.
-Fuiste sparring de la Copa América 2011
-Era la Selección Argentina del Checho Batista y estuve bastante ahí como sparring durante la Copa América. Nosotros entrenábamos ahí y cuando hacíamos fútbol nos sumaban. Andújar jugaba para nosotros y lo cagaban a goles pobrecito porque nosotros teníamos 18 años y jugábamos contra los suplentes de la mayor. Un montón de veces me tocó hacer reducido con Messi, Di María, Agüero, Higuaín, Mascherano. Una locura. Después agarra Sabella y, antes de que empiecen las Eliminatorias, hacen una práctica, estaba Braña lesionado y me pusieron a mí. Hicimos fútbol en el Monumental y yo jugué de 5 para los suplentes. Encima, cuando jugás con jugadores tan buenos, más o menos jugás bien vos. Eso lo disfruté un montón. Estuve 3 ó 4 años pasando por el predio de Ezeiza. Y después fui a los Juegos Olímpicos de Río 2016 con el Vasco Olarticoechea. Fue un poco desprolijo eso. Fuimos a la villa olímpica y no teníamos cancha para entrenar. En el fútbol hay milagros pero pasó un poco la lógica.
-Después de tu regreso de España se dan un montón de clubes acá
-Primero juego en Nacional de Uruguay. Llegué, me llamó Eduardo Domínguez y a los tres días jugamos una final contra Peñarol. No conocía ni a mis compañeros ni a los rivales. Empatamos 1-1, fuimos a penales, patee uno, lo metí y salimos campeones. Después habíamos ganado los tres primeros partidos de la Copa Libertadores, estábamos primeros y yo venía jugando. Un jueves jugamos contra Atlético Mineiro, ganamos y jugué muy bien. El domingo jugamos contra Danubio, perdemos y lo echan a Eduardo. Cambió el entrenador, llega Álvaro Gutierrez y me saca. Y empecé a ver los partidos de la tribuna y ocupando un cupo de extranjero.
-¿El mejor técnico que tuviste?
–Eduardo Domínguez, Gustavo Alfaro y Marcelo Gallardo. Quizás Eduardo muy parecido a Marcelo en la forma de trabajar, en la intensidad, en la exigencia constantes. Y Gustavo, un tipo súper inteligente, entendía mucho de rivales y te hacía sentir que eras buenísimo y que tenías total libertad para jugar.
-¿Les tiraba frases Alfaro?
-Hay una que decía “Muchachos, vamos por lo simple: Primero, milanesas con papas fritas. Después, les ponemos salsa. Un par de semanas así y recién después le ponemos el queso”. Y nosotros nos cagábamos de risa pero lo decía convencido de que era así y después vos terminás entendiendo que es verdad. Eso lo ves también en sus equipos. No inventan nada, pero andá a ganarles.
-Dame un balance de tu carrera
-Muchos me dicen que tuve huevos al tomar esta decisión de retirarme porque muchos lo quieren hacer pero no se animan. Y después, realmente lo que más me gusta del cierre es, primero que uno empieza a lograr cosas, se va envalentonando y quiere jugar en el Real Madrid. Pero, cuando era chiquito, si me hubiesen dicho que iba a hacer toda esta carrera, hubiese firmado. Porque yo estuve 10 años haciéndome preguntar de si iba a llegar. Y todo lo que viví me parece espectacular. Me gustó mucho vivirlo.
-¿Algún mensaje que te haya sorprendido?
-Me pasó de chicos… por ejemplo, el tercer arquero de Quilmes. Que me dice “Che, Joaco, te felicito. Siempre sumaste y ayudaste” y eso para mí es lo que más queda, más allá de todo lo que viví.
-¿Pensaste en algún momento en volver a Villa Dálmine y cerrar ahí?
-No, no. Ya pasé por ahí y me agoté en serio de todo esto. Ya decidí que no. Ni siquiera le abro la puerta porque no quiero. Es una etapa que se cerró y ya más o menos todo lo que quería hacer, lo hice.
-¿Qué rol cumple un representante o qué rol debería cumplir?
-Nuestra empresa tiene el objetivo de acompañar a los jugadores. Hay que saber qué pasa alrededor, qué opciones hay. Hay representantes que eligen por los jugadores y nuestra empresa no es el caso. Twenty Two te dice: “Hay esto, esto y esto, ¿qué querés hacer?”. Después, si los jugadores te piden una opinión, se la damos.
