Corría el año 2007. El director técnico de River era todavía Daniel Alberto Passarella, hasta entonces un ícono histórico de la institución que intentaba enderezar el rumbo de un irregular conjunto Millonario. Y, tal como había sucedido durante la década de 1990, el Kaiser apostaba por algunos prometedores juveniles con el anhelo de que pudiesen acoplarse al primer equipo y transformarse en alternativas potables.

Así fue que River afrontó un encuentro amistoso contra Wolfsburgo en el Estadio Monumental. Y Passarella vio una oportunidad inmejorable para probar a algunos de esos diamantes en bruto que venían demostrando en Reserva. Uno de ellos era Tulio Etchemaite, un interesante delantero que, más allá de sus condiciones, había llamado la atención por portar un nombre y un apellido nada comunes.

“Al principio yo jugaba de volante o enganche pero empecé a hacer goles. En Reserva hice goles en todos los partidos que jugué. Ahí armaron un combinado de Primera y Reserva para jugar contra Wolfsburgo. Perdimos 2-1 e hice el gol. El partido fue televisado y anduve muy bien. Ahí se empezó a hablar un poquito más de mí”, le confió Etchemaite a BOLAVIP.

En ese momento, los hinchas de River profundizaron ese seguimiento hacia un delantero que no solamente había maravillado en Reserva y que había llamado la atención del propio Passarella sino que, además, ya había respondido de muy buena manera en su primer partido con el primer equipo. Pero las cosas no fueron nada sencillas para aquel joven que soñaba con dejar su huella en Núñez.

Daniel Passarella subió a Tulio Etchemaite a Primera.

“Terminé goleador del equipo de Reserva y Passarella me citó a la pretemporada en la que viajábamos a jugar la Copa de la Paz en Corea del Sur. Y ahí fue que entré contra Olympique de Lyon. Compartí dupla de ataque con Falcao. Los titulares eran (Mauro) Rosales y (Marco) Ruben y los suplentes éramos Radamel y yo. Ellos tenían a Benzema, Juninho Pernambucano, Alex, Coupet, Govou”, recordó, repleto de orgullo.

“Cuando ya estoy con el plantel de Primera, volvemos a jugar de la gira e hicimos como una mini pretemporada en Pilar. Arrancaba el torneo y nos tocaba un viaje con dos partidos de visitante seguidos. Passarella me dijo que me prepare porque iba a viajar pero me desgarré antes de ir”, se lamentó quien, antes de recalar en el Millonario, tuvo pasos por las inferiores de Argentinos Juniors y San Lorenzo de Almagro.

Pero, como si ese traspié físico no fuese suficiente, Etchemaite se vio afectado por malos manejos de representantes. Eso generó que desde la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) lo inhabiliten por tres meses por estar inscripto en dos clubes al mismo tiempo. Y ese terminaría siendo el principio del fin para su sueño de transformarse en un jugador consolidado en un club que no espera como River.

“Estuve medio año sin poder jugar. En Mar del Plata estuve con Juan Esnaider. El pase mío lo tenían ellos y yo era jugador de ellos hasta los 21 años. Después, el representante que me llevó, me decía que me podía liberar y fui a River así. Saltó todo cuando empecé a entrenar con Primera. Cuando me subió Passarella y estaba por empezar a jugar, me inhabilitaron”, recordó Etchemaite.

“Después, un representante me dijo que en Argentina no podía jugar pero en otro lado sí. Me llevó a México. En River nunca me dijeron nada porque pasaron los tres meses de mi suspensión y yo seguía entrenando sin poder jugar. Y no había ninguna respuesta de ningún lado. Volví a ser jugador de Cadetes de San Martín de Mar del Plata. Después, apareció el que era mi representante que pedía plata y yo no sabía. Lo mío en River con el tema de los representantes siempre fue complicado. El que me llevó a mí terminó preso”, profundizó.

Así fue que, en 2008 y ya con Diego Simeone como entrenador, Etchemaite se fue a Socio Águila, conjunto filial del América de México en el que, en ese momento, estaba Ramón Díaz. Pero conserva un sentimiento ambiguo hacia Passarella: “Era un tipo que imponía respeto. Se callaba todo el mundo. Yo estoy agradecido porque fue el que me subió a Primera, pero depende de los momentos porque también hice un montón de goles y no había lugar. A veces subía a alguno que había tenido solamente dos partidos buenos”.

Se terminó el sueño de River

En el camino de Etchemaite terminaron aparecieron equipos de menor calibre y destinos exóticos: Deportivo Morón, Boca de Río Gallegos, Aragua, Deportivo Anzoátegui, Herediano, Alvarado, Atlético Güemes, Portuguesa, Deportivo Lara, Carabobo, Lincoln (Gibraltar), Sport Rosario, Melgar, Carlos A. Mannucci, Atlético Grau, Veraguas, Atlético Pantoja, Quilmes de Mar del Plata y San Miguel.

Etchemaite en el fútbol peruano.

Y sí, una aventura realmente poco común es la que transitó en un destino realmente desconocido como Gibraltar, donde se despachó con nada más ni nada menos que 11 goles en 11 partidos. Inclusive, en dicho país que tiene frontera con España pero que pertenece al Reino Unido, supo disputar la fase previa de la UEFA Champions League.

“Tuve que mirar porque no sabía ni dónde era. Vos vas tranquilo porque vivís en España, que está en la frontera. Solamente te cruzás para jugar. Cruzábamos caminando. Primer partido que juego, entro y meto cuatro goles. Ganamos 15-0. Jugamos las fases previas de Champions. Nos tocó un equipo de Estonia en la primera fase y después con el Celtic de Escocia. Ganamos 1-0 de local y después perdimos 3-0 allá”, recordó.

“Allá en Gibraltar, el torneo local lo usás para prepararte para las fases previas de la Champions, pero era demasiado distinto a lo que uno está acostumbrado acá. Ahí competían tres o cuatro equipos de los 12 que había en la categoría. Y ganábamos todos los partidos 5-0, 8-0. Después tuve una lesión y me recuperé con Eva Carneiro, la que tuvo el problema con Mourinho en Chelsea”, continuó narrando el delantero.

“Estaba en la Línea de la Concepción, donde había mucho contrabando. Por ejemplo, los cigarrillos en España valen una fortuna y en Gibraltar valían mucho menos. Mis compañeros, cuando íbamos a jugar, se traían de a 10 cajas y las revendían. Era también una zona con mucha droga, cerca de Marruecos”, completó el marplatense sobre su aventura en Gibraltar.

Pero su carrera también contó con una experiencia completamente distinta: en el ascenso profundo de Argentina y en medio de un clima hostil, con un frío extremo y con un viento impiadoso. A su vez, en dicha etapa en Boca de Río Gallegos, provincia de Santa Cruz, tuvo al mismísimo Lázaro Báez como presidente de esa institución. Eso sí: antes de recalar allí, estuvo a prueba en otro grande del país como Racing.

“Después de estar en México estuve entrenando en Racing, que estaba Caruso Lombardi. Ni pelota nos daba. Un día estábamos volviendo del entrenamiento, él había hecho un amistoso con jugadores que traía a prueba. Y escuchamos en la radio que él decía que le había gustado el arquero. Ganamos 3-0 y ese arquero se comió los tres goles. Y a él le gustó. Ahí me di cuenta de que no me quería y, después de seis meses en Morón, terminé en Río Gallegos”, señaló.

“Jugar ahí era durísimo. El arquero nuestro sacaba con viento en contra y se iba al córner. Eso sí: en ese equipo, que era de Lázaro Báez, jugábamos el Torneo Argentino B y viajábamos en avión, hacíamos pretemporada en El Bolsón, en El Calafate. Estaba todo en su plenitud. Como club nos tenían re bien. Pero nos puteaban en todos lados”, añadió sobre ese episodio de su carrera.

La dificultad de decir adiós

Etchemaite en Portuguesa de Venezuela.

Y así fue como Etchemaite siguió añadiendo aventuras. Un Etchemaite que se encamina hacia los 37 años de edad y que, tras su paso por San Miguel, sintió que su cuerpo ya no le respondía. Sin embargo, asegura que todavía no se anima a retirarse. O al menos no a hacerlo oficial. Porque decirle adiós a la pelota es de las cosas más difíciles para cualquier jugador.

“En San Miguel me quedaba un año más de contrato y rescindí porque el cuerpo ya no me acompañaba. En el ascenso te comen crudo, me costó un montón. Jugué un poquito más atrás y me molían a palos. Yo no me animo todavía a decir que estoy retirado, pero ya estoy viendo si puedo encontrar algo que me guste o que pueda hacer sin que tenga relación con el fútbol. Es como un reto personal aunque arranqué el curso de director técnico”, señaló.

“Uno cuando deja de jugar le da un poquito más de valor a todo. Por ahí mientras jugué menosprecié un poco los lugares en los que estaba porque arranqué muy arriba. Arranqué en River, entonces tampoco es que tenés mucho más arriba de River. Pero cuando uno está dejando de jugar valora un poco más. Yo creo que gracias a ese poquito tiempo de River pude ir después a todos los lugares que fui. Porque pasan 10 años, voy a un club y dicen ‘Tulio Etchemaite, el que jugó en River’. En todos lados es la carta de presentación”.