El fútbol argentino está repleto de entrañables personajes. Jugadores que, con un inicio humilde y debutando en categorías del ascenso lograron luchar y llegar a primera. Y no sólo eso, establecerse, ganarse el cariño y los hinchas de cada camiseta qu vistieron y rascar algún que otro título.
Esa descripción refleja parte de lo que fue la carrera de Ezequiel Maggiolo. El ‘Lechuga’, ese que inició su travesía en el babi fútbol de barrio en Victoria. Ese que se probó en un Tigre que jugaba en Primera B Metropolitana y que, tras años de esfuerzo y lucharla, puede mirar atrás y afirmar que jugó más de 500 partidos en primera división.
El que se ganó a los fanáticos de Estudiantes, que lo adoptaron como uno más de la familia desde que llegó, y con quien ganó el Apertura del 2006, y que también dejó un gran recuerdo en sus pasos por el fútbol de Ecuador y Colombia.
En diálogo exclusivo con BOLAVIP, el ‘Lechu’ relató su historia en el fútbol, los momentos épicos de su carrera, sus recuerdos con grandes como Bilardo y Verón, y aquella histórica final de Copa Sudamericana con su Tigre. A continuación, las palabras que salieron de su propia boca.
Lechu Maggiolo con BOLAVIP: “Me hubiese gustado terminar mi carrera en Tigre, me hubiese encantado”
No hay muchas notas tuyas que se puedan encontrar en Internet
– Era otra generación, se usaba mucho ir a la radio, notas en vivo. En Estudiantes pasaba mucho eso. No había nada virtual, ni nada se replicaba demasiado. Sí tengo algunos recortes de entrevistas en los diarios.
Cuándo se transforma el fútbol en una posibilidad de vida para Ezequiel Maggiolo
– Jugué al Baby fútbol hasta los 12. Ahí mi viejo hizo algo muy inteligente: me dio un año libre, para que yo decidiera qué hacer. A final de año me fui a probar, fui a Acassuso y quedé. Pero entonces Acassuso estaba en la D y yo quería medirme a ver si ‘me daba’ para jugar más arriba. Entonces fui a Tigre, que estaba en la B.
– Era flaquito, bajito, todavía no me había desarrollado y todo el mundo quería jugar de delantero. Igual quedé, pero por esas cosas me costó que me dieran oportunidades de jugar en inferiores.
– Pasaron los años y crecí, seguí jugando en las diferentes inferiores de Tigre hasta que un entrenador muy conocido en el ascenso, el ‘Ropero’ Díaz me dio la oportunidad. Tigre no estaba en un buen momento, y la gente pide a los pibes del club cuando pasa eso. Bueno, me llegó la oportunidad y jugué. Al principio me costó pero pude meter unos goles y me quedé como parte del plantel. Un par de años después logramos armar un gran plantel y ascendimos.
Tuviste una carrera de casi 20 años en la que siempre te mantuviste vigente, haciendo goles y siendo importante. ¿Cuál fue tu secreto?
– Yo resalto que hay posiciones que te permiten estar vigente durante más tiempo. Un arquero, o un nueve, son posiciones que podés jugar sin desgastarte tanto. Si haces goles siempre vas a estar, no necesitas tener el recorrido de un cinco.
– También me pasaba que me buscaban muchos equipos que peleaban el descenso en primera, y es como que los entrenadores tienen una base de datos y perfiles. Jugadores que ya saben lo que es esa experiencia, que saben con lo que se van a enfrentar. Y después bueno, estar siempre bien, entrenar mucho en el día a día y ser competitivo me han ayudado a estar vigente.
– En Tigre jugué bien y me llegó la oportunidad en Los Andes, que había ascendido a primera. El ‘viejo’ [Jorge] Ginarte me hizo jugar de entrada, debuté contra Almagro, en cancha de Ferro. Entré, convertí un gol de cabeza y di una asistencia. Empatamos, pero fue un partido que no me olvido más.
– Los resultados no se nos dieron, Ginarte se fue y vino Miguel Russo. Él eligió otros jugadores y me tocó no jugar. Esperé y en el Clausura, con el equipo complicado y peleando el descenso, pude volver a jugar. Miguel me puso en las últimas 10 fechas y aunque no nos salvamos, convertí varios goles. Uno fue contra Gimnasia, que fue de los más lindos que hice y además los dejamos afuera de la clasificación a la Copa Mercosur. Con todo eso, Russo me recomendó para Estudiantes, donde él era referente y así me dio la oportunidad de dar el siguiente paso.
Ese Estudiantes venía complicado, no era lo que terminó siendo unos años después.
– No, para nada. Venía de safar de la Promoción y se estaba reforzando para no volver a sufrir. Pero aún así, seguíamos sufriendo. Ahí fue cuando vino Carlos [Bilardo], a dar una mano y cambiarle la cara al equipo. Y lo logró, nos fue bien en el tiempo que estuvo. No fue mucho tiempo, pero yo pensaba en aprovechar cada momento, escucharlo cuando me habla, cuando nos entrena. Es un tipo con mucho carácter, pero por otro lado, un tipo que hacía cosas que uno no puede creer. Se quedaba hasta las 6, 7 de la mañana analizando rivales con VHS, dormía 2 o 3 horas.
– Yo en particular tuve una situación que siempre cuento: estábamos concentrados en La Plata y yo tenía una molestia, pero con un poco de kinesiología y masajes iba a estar bien. Así y todo viene Carlos y me dice ‘Nos vamos a Buenos Aires a ver al médico’. Entonces nos subimos al auto, él de copiloto, yo atrás. Vamos al médico, todo bárbaro, me dio el Ok para jugar.
– Lo raro fue que, a la vuelta agarramos como para Caballito, Flores, no para La Plata y él sacó uno de esos teléfonos grandes, los celulares de antes. Paramos en un edificio, [Bilardo] se baja y recibe algo del encargado. Eran sus calzoncillos, los que usaba siempre como cábala y como nos estaba yendo bien, no podía no usarlos. Volvió durmiendo tranquilo el resto del viaje. Al final “ir a ver al médico” terminó siendo una excusa para ir a buscar el calzoncillo.
Increíble. Y después de Bilardo como técnico, llega Verón pero como compañero
– Que venga la Bruja Verón te cambia todo. Un tipo que podía haber elegido irse a jugar a la MLS, a Asia o seguir en Europa incluso. Obviamente nos potenció, nos dio un salto de calidad. Tenía una forma de liderazgo bien marcada, su metodología era en cierta forma parecida a la de Michael Jordan, como se muestra en el documental.
– Combativo, iba a chocar con las personas, pero para tratar de sacarle lo mejor. Él siempre quiso lo mejor para el grupo y para el club, no le importaban las formas, capaz el camino no siempre era el que vos creías como el mejor, pero él lo hacía buscando el beneficio del equipo, del grupo y te terminaba por beneficiarte a vos.
– Juan lideraba con el ejemplo, en la pretemporada era el primero en hacer los ejercicios, corría adelante. Trataba de liderar y de inculcar esas cosas. Y nosotros como jugadores lo veíamos. Si a éste tipo que estuvo en la Selección, en los mejores clubes del mundo y ganó todo no se le caen los anillo por hacerlo, los demás tenemos que hacerlo también.
El 7-0 a Gimnasia es el emblema de esa época, pero poco después le vuelven a ganar con doblete tuyo en el famoso partido que ‘se quedan con 9’
– Sí, en el 7-0 me tocó ir al banco y no entré. En esa época Diego [Simeone] tenía a Pavone y Calderón como titulares, y a Pablo Lugüercio y a mí en el banco, y nos iba haciendo entrar a uno cada partido. Ese día entra Pablo y mete el sexto, me acuerdo que lo grita como si fuera el 1-0. Siempre nos acordamos de eso y nos reímos.
– Y bueno sí, en ese partido metí dos goles. Me fue bien, je. Fue un clásico caliente, empezamos ganando, Gimnasia lo empató, nos echan a un jugador, ellos erraron un penal, después nos quedamos con dos menos. Ahí nos metimos atrás, y metemos un gol de pelota parada, centro del ‘Chino’ Benítez, llego a rozarla para el 2 a 1. Nada, son partidos que te quedan grabados.
Muchos ex jugadores dicen que su etapa en el campo parece otra vida. ¿Vos cómo lo vivís? ¿Se te aparecen recuerdos de los partidos?
– Vos sabés que es curioso… No tengo recuerdos en primera persona, lo que uno se acuerda es por las repeticiones de las transmisiones. Pero sólo aparecen cuando me preguntan o me llaman y toca ir a ese lugar en la memoria a buscarlo. Es muy difícil recordar momentos como si estuvieras en la piel, no tenes mucho tiempo en la cancha y todo se resuelve en segundos entonces no sé, es como que no se llega a convertir en un recuerdo.
Volviste a Tigre en la parte final de tu carrera, pero ya ni Tigre era ese equipo del ascenso, ni vos un chico que recién debutaba en Primera.
– Tal cual, yo venía con un bagaje de experiencia y lo quería poner a disposición del club. Ese es el lugar donde arranqué y quería devolverle todo lo que podía al club. Estaba en otro lugar, ya no era ese chico que quería jugar siempre y no me importaba otra cosa. Tenía otras responsabilidades, quería dejar un ejemplo más allá de lo futbolístico para la nueva camada.
– Cuando llegué Tigre estaba peleando el descenso, y armamos un equipo con el Pato [Galmarini], Chimi [Blengio] y varios jugadores, como para salir campeón. Nos quedamos a uno o dos puntos del título. En ese torneo descontamos 35 puntos en los promedios y nos quedamos en Primera, clasificamos a Copa Libertadores y jugamos Copa Sudamericana. Fue muy lindo vivir todo eso con Tigre, y recordar lo que había sido el club cuando yo era chico y verlo en ese momento desde adentro, peleando en lo más alto del fútbol argentino y viajar afuera para representarlo en otros países.
Hay un torneo muy recordado, y es la Copa Sudamericana en la que llegan a la final. Y esa final con San Pablo terminó de la peor manera, con incidentes y un partido que nunca se terminó. ¿Cuál es tu versión de lo que pasó?
– Sí, fue una Copa increíble. Íbamos pasando de ronda, aunque en ese momento como que el día a día te arrastra. Jugas por el torneo, después por la Copa, después por el torneo y así. Ojo, eso te va fortaleciendo emocionalmente, entrenas de la mejor manera y motiva. Nos convertimos en un grupo muy fuerte, le ganamos a Millonarios en la Semifinal, que era mucho mejor equipo, con jugadores de Selección y con San Pablo peleamos de igual a igual.
– Y lo que sucedió… bueno, es cierto, hubo una pelea en el túnel. Ellos magnificaron mucho lo que les pasó acá, cuando vinieron, el ‘clima hostil’ que vivieron cuando estaban en el hotel y entrenando para la ida de la final. Es algo que hacen los equipos brasileños, de abrir el paraguas y decir que no la pasan bien cuando vienen a Argentina.
– Entonces allá, de locales, estaban a la defensiva por lo que pudiera pasar. Y bueno, pasó eso. Había mucha gente que estaba donde no tenía que haber nadie más que los jugadores, en un túnel, un lugar mixto. Nosotros volvíamos del entretiempo y nos encontramos con gente de seguridad privada que nos prepoteó y nos decía cosas.
– Uno lo mira ahora y puede que hayamos pecado de ingenuos, la inexperiencia a la hora de jugar una instancia así de un torneo internacional. No llevamos gente preparada por si pasaban estas cosas. Y bueno, entramos en una pelea que no tendríamos que haber peleado, con gente que estaba preparada para eso. Hubo mucho nerviosismo, veníamos de jugar el primer tiempo donde el mismo partido te pone las pulsaciones altas, y agregale vivir esa situación en el túnel.
– Después viene el árbitro, se va, vuelve. Nos dice que si no salíamos en cinco minutos terminaba el partido. La realidad es que nosotros no estábamos en condiciones de salir a jugar. Yo siempre que hablo de este tema digo que me parece que San Pablo tiene mucha responsabilidad, ellos tienen la experiencia, eran locales, vieron y saben lo que sucedió.
– Lo mejor hubiese sido que nos dieran la medalla, que nos la ganamos bien y en buena ley, con el esfuerzo que significó llegar a esa final. Terminamos siendo subcampeones y saliendo por la puerta de atrás. No nos reconocieron, las medallas nunca nos las dieron, por lo menos yo todavía no la tengo.
Cuándo dejaste Tigre, ¿Lo hiciste con la sensación de que ya le habías devuelto todo al club?
– Mirá, te soy sincero. Yo pensé que me iba a quedar en Tigre… aunque sea un año más. Esperaba que desde el club me llamen para negociar, pero nunca lo hicieron. Yo pensaba en la conversación, menos minutos, una rebaja del sueldo pero sos referente y queremos que te quedes. Lamentablemente esa charla nunca surgió. Si se hubiese dado, me hubiera quedado, obvio. Me dolió un poco eso, pero se manejaban así, no lo hicieron sólo conmigo, le pasó a varios.
– Yo tenía 35, casi 36, y por suerte apareció Belgrano. Una ciudad hermosa, un club divino, un plantel con un grupo de chicos bárbaros. Arranqué haciendo un par de goles y después bueno, lo disfruté desde otro lugar. Me hubiese gustado terminar mi carrera en Tigre, me hubiese encantado. Era cerrar el ciclo profesional, terminar donde arranqué. Pero bueno, las cosas se dan así, hay variables que uno no puede manejar.
– Yo también podría haber ido a decir que me quería quedar, pero no eran las formas. También uno no quiere perjudicar al club, capaz el técnico no te lo dice pero no estás en sus prioridades o no te necesita, y vos estás ocupando un lugar en el que perjudicas más de lo que ayudas. Entonces puede que también hubiera ido por ese lado.
¿Cómo tomaste la decisión de retirarte?
– Lo fui elaborando y procesando. Ya me estaba lesionando mucho y puse sobre la mesa que no quería que eso me perjudique post carrera. No quería ser un tipo de 40 años que no pudiera jugar al fútbol con sus hijos o con amigos. Capaz quedarme un año más jugando profesional hubiera tenido un coste enorme desde lo físico, que no lo valía.
Mi forma de jugar era muy física, tenía dos hernias de disco y me costaba el día a día. Creo que ese fue el punto clave, cuando en la semana tenes que hacer mucho sacrificio para llegar al partido, ahí ya empieza a hacer ruido y tomé la decisión.