No son muchos los futbolistas en el mundo que pueden ostentar de ser campeones del fútbol argentino, de la Copa Libertadores, de la Intercontinental y además haber sido citados a la Selección Argentina. Víctor Hugo Sotomayor es uno de ellos y en una entrevista exclusiva con BOLAVIP, el ex marcador central hizo un repaso de sus años en el fútbol, de los directores técnicos que lo marcaron, de los líderes que tuvo en Vélez y de su corto, pero gran paso por Talleres de Córdoba, donde ganó la Copa Conmebol.
-¿Cómo era tu vínculo con el fútbol cuando eras un pibe?
-Era jugar al fútbol todos los días. Salía del colegio y venía a mi casa y ya pensaba en jugar. Tenía una cancha al lado y cuando empezaba a sonar picar la pelota, ya salía. Tampoco había mucho más en la época, era jugar al fútbol o jugar al fútbol en el potrero y ahí fui agarrando la pasión desde chiquito. Se respiraba y se vivía solamente fútbol.
Nacido en Córdoba, Víctor Hugo Sotomayor se inició en Racing de dicha provincia y allí hizo su estreno en Primera División en la temporada 1986/87.
-¿Quiénes eran tus referentes de chico?
-Yo hice Inferiores en Racing de Córdoba y para mí los jugadores de Primera de esa época eran los mejores. Era esperar al día del partido y ver a tus ídolos. En esa época estaba Gasparini, Amuchástegui, Ramos y algunos más. Racing de Córdoba en esa época tenía un estilo bien definido de jugar al fútbol. Era ver los entrenamientos y después ver lo que hacían el día del partido.
Para la temporada 89-90, Víctor Hugo Sotomayor dejó Racing de Córdoba para jugar en el fútbol italiano, más precisamente en Hellas Verona. Allí se enfrentó a muchos de los mejores jugadores de la época que se lucían en un fútbol que era la elite.
-¿Cómo se da el salto al Hellas Verona?
-Tuvo que ver lo económico estrictamente. Racing de Córdoba siempre se nutría de las Divisiones Inferiores y siempre tenía que vender un jugador para sostener ese año futbolístico. En el año 89 estaba casi vendido a River, pero no se concreta y a las horas aparece la posibilidad de ir a Italia. Yo no tenía mucho recorrido ni experiencia, me tocó llegar a Hellas Verona y me tiraron dentro de una leonera y sobreviví. Me tuve que adaptar al fútbol italiano que era la elite a nivel mundial en ese momento. Siempre digo que estaban los mejores, menos yo, ja.
-¿A qué grandes cracks te tocó enfrentar en Italia?
-En esa época, el fútbol italiano era potencia. Me acuerdo que estaban Roberto Baggio, Schillachi, los holandeses del Milan: van Basten, Gullit y Rijkaard, también en el Inter estaba Matheus. Eran jugadores de un nivel impresionante. Para mí la experiencia fue positiva, pero me hubiese gustado llegar con otras herramientas, pero no reniego de nada, pero me fortaleció en el carácter, aprendí a jugar en ese fútbol y me sirvió para sumar experiencia.
Luego de su paso por Hellas Verona, Sotomayor jugó una temporada en el fútbol suizo para regresar a Argentina a mediados de 1992 para jugar en Vélez. Allí lo tuvo los seis primeros meses a Eduardo Luján Manera y a comienzos de 1993 arribó Carlos Bianchi, para dejar su huella.
-Llegás a Vélez en el 92, un año antes de empezar a ganar títulos, ¿se veía venir que estaban para grandes cosas?
-Sabíamos que había un plantel con grandes jugadores. Había llegado Chilavert, Pepe Basuado, Trotta, Walter Pico. Más los jugadores que ya estaban en el plantel. Yo llegué a mitad de año de la mano de Eduardo Luján Manera y por ahí ese año no se rindió como se esperaba. En mi caso personal, venía de dos meses de parate y en esa época no había pretemporada entre torneo y torneo. De hecho, termino yendo al banco de suplentes. A comienzos del 93 llega Carlos (Bianchi) y pone a punto físicamente a ese plantel y se logra todo lo que logró.
-¿Qué sentiste al ganar el Clausura 93, el primer título de tu carrera?
-Obviamente uno no cae en ese momento, en ese momento eran muchos partidos y sí nos dábamos cuenta en la felicidad de la gente, sobre todo de las personas mayores. Había señores que habían visto al equipo campeón en el año 68 y volver a hacerlo en el 93 nos lo hacían sentir. Uno se empieza a dar cuenta ahí de lo que consiguió. Después vinieron las sucesivas copas con Carlos y era jugar domingo y miércoles y ahí no tomás dimensión. Pasa el tiempo y uno toma todavía más consciencia de lo que pasó, porque te llaman y te dicen ´che, se cumplen 30 años de aquel título…´ y ahí caes de lo que se consiguió con ese gran grupo.
Vélez conquistó la Copa Libertadores en 1994 por primera -y única- vez en su historia. Superó una fase de grupos durísima que tuvo a Cruzeiro, Palmeiras y Boca. En la final se enfrentó ante la gran potencia continental del momento: San Pablo.
-¿Cómo viviste las finales de la Libertadores 94 contra San Pablo?
-El partido de ida en casa yo lo juego y en el primer tiempo tuve una distensión de ligamentos en la rodilla. Me infiltro en el entretiempo y salgo a jugar el segundo sabiendo que la revancha me la perdía. Así que terminé de la mejor manera, ganamos y allá al Morumbí viajé y lo viví como hincha, como parte del grupo. En lugar mío juega el Flaco Pellegrino que estaba más que en condiciones de jugarla. Logramos algo muy importante que no esperábamos que podíamos salir campeones de esa copa. Fuimos un grupo de héroes que pudo quedarse con esa Libertadores. A nosotros nos tocó el grupo de la muerte con Palmeiras, Cruzeiro y Boca, tres clubes de mucha historia de Copa Libertadores. Nosotros éramos la Cenicienta, pero fuimos creyendo y nos encolumnamos detrás de Carlos que nos supo guiar.
A fines de 1994, el Fortín viajó a Japón para enfrentar al Milan por la Copa Intercontinental. Los italianos tenían un plantel repleto de figuras, pero así y todo los comandados por Carlos Bianchi se impusieron y se consagraron campeones.
-¿Crees que tu experiencia en Italia fue importante para la final de la Intercontinental con el Milan? ¿Crees que ellos subestimaron a Vélez?
-El hecho de haber jugado en Italia me ayudó porque conocía a todos los jugadores y sabíamos a lo que nos íbamos a enfrentar. Milan había revolucionado al fútbol europeo, yo lo había vivido en Italia en carne propia. Después bueno, seguramente ellos nos subestimaron un poco, ellos pensaron que el partido era un trámite y no fue así. En cuanto a chapa de jugadores, nos sacaba una diferencia, pero esto es fútbol. Tuvo mucho que ver Carlos Bianchi, que nos dijo que en la cancha éramos once contra once y a la chapa hay que revalidarla. Nosotros teníamos hambre de gloria y había que correr mucho para ganarnos. Teníamos de todo: jugadores que jugaban, que metían y éramos un gran equipo de fútbol.
-¿Cómo viviste los minutos finales de esa Intercontinental?
-A medida que iban pasando los minutos e íbamos trabajando el partido a nuestro ritmo, veíamos que estábamos bien, pero con esos equipos nunca hay que confiarse. Si bien habíamos sacado una diferencia importante de dos goles, un equipo como el Milan se puede poner en partido en cualquier momento. No había que relajarse nunca, había que estar concentrados permanentemente. Una vez que el árbitro lo terminó fue una gloria inmensa. Fue coronar todo ese arranque del Clausura 93, la Libertadores 84 y esa Intercontinental fue la frutilla de la torta.
A lo largo de la década del 90, la inmensa mayoría de los títulos se repartieron entre River y Vélez, tanto a nivel local como también continental. Fueron batallas épicas las que se vivieron entre el Fortín y el Millonario por aquellos años.
-Tanto Vélez como River dominaron la década del 90 en el fútbol argentino y también a nivel continental, ¿cómo eran esos duelos para ustedes?
-Esa década nos repartimos casi todos los títulos. Cada encuentro con River era muy especial, porque nosotros le ganábamos a casi todos, pero con River nos costaba sacar buenos resultados. Ellos tenían un equipazo y, de hecho, no sé si le hemos ganado muchos partidos. Era una materia pendiente el poder ganarle a ese River, era muy poderoso. No podíamos salir contentos del todo. Ese fue un poco un sabor amargo que no pudimos tener. Había como un desafío especial.
-¿Qué me podés decir de Carlos Bianchi?
-Carlos fue nuestro líder. Yo creo que no hubiésemos tenido tanto éxito sin el liderazgo de Carlos, éramos un equipo inteligente, pero él nos potenció. Nosotros lo tomamos como un referente y nos encolumnamos detrás de él y seguimos una idea futbolística muy simple, pero con la clave del manejo del grupo. Ese liderazgo grupal tiene mucho que ver con Carlos. No es fácil tener 25 cabezas que piensan por uno y el técnico tiene que pensar por todos y unirnos y él lo logró. Era muy simple y tenía un gran sentido común. El que jugaba era el que mejor estaba en ese momento.
-Describime a José Luis Chilavert
-José Luis era un líder, de esos que van para adelante y lo querés tener de tu lado. Pero también estaba nuestro capitán que era Roberto Trotta y él marcaba la línea a seguir. Nos encolumnamos detrás de nuestra gran capitán y sabíamos que teníamos un equipo con grandes jugadores y también grandes líderes como era el caso de Roberto y de José Luis.
En 1995, por la Supercopa Sudamericana, Vélez y Flamengo se vieron las caras en Brasil y el partido quedó grabado en la memoria no por el resultado ni un golazo ni nada por el estilo, sino por una trompada que Flavio Zandoná le pegó a Edmundo.
-¿Cómo vivieron como grupo el episodio de la trompada de Zandoná a Edmundo?
-Yo me había operado de la rodilla, así que me tocó vivirlo de lejos. Después uno viéndolo en las imágenes y sabiendo cómo era la forma de ser de Edmundo, que no era muy querido en Brasil, no se justifica, pero se lo entiende. Hay que estar en ese momento, pero lo entendimos al Chino que se calentó y se produjo lo que se produjo.
Alfio Basile en 1993 y Daniel Passarella en 1996 citaron a Víctor Hugo Sotomayor a la Selección Argentina. Con el Coco no llegó a jugar y con el ex campeón del mundo sumó minutos únicamente en un amistoso ante Yugoslavia.
-¿Cómo fue tu paso por la Selección Argentina?
-A mí me llaman a la Selección después del famoso 5 a 0 contra Colombia, fue el Coco Basile. Me acuerdo que fui con el Colo Mac Allister y con Perico Pérez, no me tocó jugar, pero estábamos convocado para la concentración. Ya después me llamó Passarella, me tocó un partido amistoso y no jugué bien, pero el hecho de vestir la camiseta de la Selección Argentina fue con la frutillita a una carrera.
-¿Qué te dejó Marcelo Bielsa?
-Fue una revolución cuando llegó a Vélez. Nosotros veníamos de trabajar con Bianchi y con Osvaldo Piazza y la llegada de Marcelo con una revolución para la forma de jugar nuestra. Él nos inculcó la presión, nosotros no jugábamos así, tratábamos de retrasar las líneas y como arriba teníamos a dos tremendos delanteros como el Turco Asad y el Turu Flores, entonces salían disparados. Marcelo nos cambió un montón de cosas, era novedoso para la época. Nos costó asimilar su idea en los primeros meses y después fuimos campeones de punta a punta.
Luego de siete años repletos de gloria en Vélez donde obtuvo cuatro torneos locales, una Copa Libertadores, una Copa Intercontinental, una Copa Interamericana, una Supercopa Sudamericana y una Recopa Sudamericana, Sotomayor dejó el Fortín para pasar a Talleres de Córdoba, que por entonces dirigía Ricardo Gareca.
-El cierre de tu carrera fue en Talleres, ¿cómo viviste esa experiencia donde también fuiste campeón?
-Fueron tres años muy lindos en Talleres. Logramos el título de la Copa Conmebol que para Talleres y la ciudad de Córdoba fue algo muy importante y ahí se lo empezó a conocer internacionalmente. Después hicimos un muy bien campeonato local y eso nos permitió entrar en la Copa Libertadores y en esa época también a la Mercosur. Para la ciudad fue algo impresionante y también para Talleres que la gente estaba enloquecida.
En 2002 decidió dejar el fútbol profesional con la camiseta de Talleres. En los últimos años integró el cuerpo técnico de Marcelo Herrera y desde hace un tiempo hace lo propio en el Víctor López.
-¿Cómo viviste el retiro?
-No fue algo traumático. Yo lo venía analizando, hay síntomas que vas viendo, te cuesta ir a entrenar, empezás a cuestionar las decisiones del técnico. Obviamente que no es fácil, porque es una decisión de la que no te querés arrepentir, pero en mi caso no lo sufrí para nada.
-¿Qué es de tu presente?
-Estoy en el cuerpo técnico de Víctor López. Estamos esperando alguna oportunidad para agarrar algún equipo. En lo personal, estuve en Gimnasia de Jujuy acompañando a Marcelo Herrera, también en Central Norte de Salta, ya con Víctor López y ahora a la espera para que aparezca algún proyecto y trabajar en el fútbol, que es lo que me gusta.