Llegó el momento de la verdad. Este domingo, bajo la órbita de los cuartos de final de la presente temporada de la Copa de la Liga Profesional, River Plate y Boca Juniors se encuentran frente a frente con el mítico e imponente Estadio Mario Alberto Kempes de la provincia de Córdoba albergando el trámite del compromiso y la pasión de los hinchas.
Como no podía ser de otra manera, tanto el Millonario como el Xeneize, en el afán de meterse entre los cuatro mejores equipos del mencionado certamen doméstico, salieron al campo de juego del escenario cordobés con lo mejor que tienen a disposición. Lógicamente, este partido no hizo más que paralizar todos los corazones.
Así las cosas, el vértigo, el alto voltaje y el dramatismo se hicieron presentes desde el pitazo inicial. Hay mucho en juego y eso se notó en la humanidad de todos y cada uno de los protagonistas pero también en absolutamente todos los espectadores que dieron el presente en el estadio y en aquellos que se quedaron en sus hogares.
En los primeros minutos, tal como se imaginaba, la tenencia de la pelota fue repartida. Los de Diego Martínez tuvieron algunas aproximaciones un tanto inapetentes en los instantes iniciales, pero River respondió de buena manera y con una mayor profundidad que su contrincante de toda la vida, preocupando en demasía.
En medio de ese panorama, la primera emoción fuerte del partido llegó cuando transcurrían jugados solamente 10 minutos del primer tiempo. En ese entonces, cuando los de Martín Demichelis ya anunciaban que contaban con una gran ambición en el Superclásico, redondearon una extraordinaria jugada colectiva y pusieron el 1-0.
Todo comenzó con una aparición de Ignacio Fernández, que volvió a ser titular, aportándole toda su experiencia a River en un partido que la amerita. Acto seguido, el surgido de las divisiones inferiores de Gimnasia y Esgrima La Plata le cedió el esférico a Claudio Echeverri quien, una vez más, frotó la lámpara y dejó solo a Miguel Borja.
Tras una enorme conducción del nacido en Resistencia, provincia de Chaco, el artillero colombiano quedó mano a mano con Sergio Romero. Y lo cierto es que el internacional con el seleccionado de su país no falló: sacó un remate tan potente como bien colocado para decretar el 1-0 de River y desatar la locura de todos los hinchas.