Hay eventos que desatan consecuencias imprevisibles, coletazos como ondas expansivas que perdemos de vista y no sabemos dónde terminan. La obsesión de Boca por la Copa Libertadores, esquiva hace 15 años, se combina con la final perdida ante River en Madrid y marca el compás de una institución a la que nada le dura. El fervor de los logros obtenidos se derrite como un helado en el verano y las despedidas las podemos encontrar en todos los ámbitos de la institución: dirigentes, jugadores y entrenadores.
La reconstrucción sin cimientos
Todavía no se cumplieron cuatro años de la definición superclásica de Copa, pero parece que pasó una década. De los quince que usó Guillermo aquella tarde, tan solo se sostienen Sebastián Villa (no podrá jugar el domingo por lesión) y Darío Benedetto, quien también había abandonado el club y vive su segundo ciclo. Ya no están Andrada-Buffarini-Izquierdoz-Magallán-Olaza-Nández-Barrios-Pérez-Pavón-Ábila-Gago-Tevez-Jara.
La derrota dejó al club en una situación en la que debía encarar un nuevo proyecto futbolístico con una dirigencia que se jugaba su continuidad en las elecciones de finales de 2019. Apostó por Nicolás Burdisso como manager y por Gustavo Alfaro como entrenador. Le tocó volver a verse las caras contra River en el certamen continental. Si tomamos la revancha jugada en La Bombonera, no queda prácticamente nadie: Andrada-Buffarini-López-Izquierdoz-Más-Salvio-Marcone-Almendra-Mac Allister-Ábila-Tevez-Zárate-Villa-Hurtado. Además del delantero colombiano, quien todavía está en el club es Almendra, primero borrado y ahora también lesionado.
Las elecciones llegaron, Riquelme-Ameal-Pergolini (tampoco está más) triunfaron sobre el oficialismo encarnado en Gribaudo-Crespi y encararon un nuevo proyecto deportivo.
En boca del Consejo
La nueva dirigencia entendió que nadie como el último DT campeón de América en el club para intentar ir por otra Copa. El comienzo de Miguel Ángel Russo fue sumamente auspicioso con el título de Superliga 19/20 tras correr a River desde atrás y llegar a la última fecha abajo en la tabla. Acaso la mayor alegría para los hinchas en este lapso. Después vinieron la pandemia, la reanudación, el título en la Copa Diego Maradona y la dolorosaeliminación en Brasil contra Santos.
A mediados de 2021, Carlitos Tevez, vital en los títulos con Miguelo, decía adiós. Un par de meses después al que despidieron fue al entrenador, tras una nueva eliminación en Libertadores –ahora a manos de Atletico Mineiro– y sin rumbo en el torneo local. Su reemplazo fue Sebastián Battaglia, que algo sabía de ganar títulos en el club. Su gestión fue de menor a mayor. Una Copa Argentina ganada, habiendo dejado a River en el camino por penales, lo sostuvo en los peores momentos. Con el panorama más claro, terminó chocando con la obsesión del mundo xeneize y fue despedido tras ser borrado por Corinthians del máximo certamen continental. Así llegamos al ¿interinato? de Hugo Ibarra, el entrenador que se sentará en el banco en el próximo clásico.
Todo tipo de salidas
Si hiciéramos una lista de los protagonistas que se fueron de Boca en estos casi cuatro años, necesitaríamos de varios casilleros con opciones para marcar los motivos de cada despedida. La dinámica del fútbol argentino y su matriz exportadora potencia una tendencia que en el club se hizo norma: nada se sostiene.
Han existido ventas grandes, como Barrios, Nández, Benedetto y Magallán, que se concentraron principalmente en el post Madrid. Muchos refuerzos se terminaron yendo por la puerta de atrás. Ha habido exiliados como Cali Izquierdoz, retirados con diferencias con la dirigencia como Tevez, o con problemas para la renovación de su contrato, como Salvio. También, más acá en el tiempo, se han potenciado chicos de las inferiores. Si sumamos el componente lesiones, apenas Fabra y Rossi quedan de la vieja camada disponibles para volver a enfrentarse a River.
En este tiempo se sucedieron muchísimos cambios en el plantel. Pasaron, hasta ahora, cuatro entrenadores. Condujeron los destinos del club dos dirigencias de signo diferente. Boca todavía busca cómo armarse y sostenerse. Deberá construir pensando en el mediano plazo, a pesar de que la urgencia le pida que atienda al corto. Por lo pronto, un Superclásico en el que encima está en juego la chance de prenderse de cara a la definición del campeonato, es una oferta que cualquiera querrá aprovechar.