Hace casi un mes, Gerardo Martino declaró que la Selección mexicana era de segundo orden. Aficionados y periodista le saltaron al cuello. ¿Cómo el técnico se atrevía a decir semejante barbaridad luego de haber conquistado la Copa Oro? 

Llega la fecha FIFA. Primero, duelo con Estados Unidos: un 3-0 contundente (encima, con una alineación "alternativa"). Luego, el cachetazo, contundente también: los suplentes de Argentina (sin Messi ni Agüero, menos mal) aplastaron 4-0 a los titulares de México.

 

El tiempo (muy corto plazo, en esta oportunidad) le dio la razón al Tata. Algo sabrá: dirigió a lo largo de todo el continente tanto a nivel de clubes como de selecciones. Ni hablar que tuvo su oportunidad en el Barcelona, nada menos. Pero si algo conoce bien es el fútbol sudamericano: conquistó títulos en Paraguay y Argentina (y fue subcampeón de la Copa América con ambos conjuntos nacionales).

 

Hoy, ni la Selección ni los equipos tienen el roce competitivo necesario para ponerse definitivamente en la élite del fútbol mundial, más allá del buen presente de varios jugadores en Europa, como Raúl Jiménez o Hirving Lozano. La situación se agravó desde que los clubes de la Liga MX dejaron de participar en la Copa Libertadores. Y cada vez parece más difícil que cambie el panorama: ahora la Concacaf avaló la Leagues Cup, que parece beneficiar más a los de la MLS.  

En la última pretemporada, América y Chivas sufrieron ante Boca Juniors y River Plate, los últimos dos finalistas de la Copa Libertadores (y ahora se enfrentarán en semifinales). La diferencia de jerarquía también se nota en el Mundial de Clubes: los equipos mexicanos nunca accedieron a la final (sólo Necaxa, Monterrey y Pachuca consiguieron un tercer puesto) en las 15 ediciones que se disputaron. 

 

Incluso la propia experiencia de Gerardo Martino sirve como ejemplo: saltó al Barcelona en 2013 luego de haber sido campeón con Newell's en la Liga argentina y de acceder a semifinales de la Copa Libertadores (cayó ante Atlético Mineiro, que se quedó con el título). ¿Cuántos casos similares hay en el fútbol mexicano o incluso de Concacaf? Por algo será. 

Tigres, el equipo más fuerte de la Liga MX en la última década, fue finalista en la Libertadores de 2015. Pero cada vez quedan más lejos las campañas de América (semifinalista en 2000), Cruz Azul (finalista en 2001), Chivas (semis en 2005 y 2006), América (semis en 2008) y Chivas (final en 2010).  

 

Hoy, da la sensación de que a México la Concacaf le queda chica y la Conmebol le queda grande. Si hay intenciones de que eso cambie, a nivel clubes y Selección, hay que sentar base: que los equipos mexicanos se midan en la Libertadores con los sudamericanos, que hoy mandan en el continente.