Las decisiones de los entrenadores suelen juzgarse en el futuro, con el diario del lunes. Si las mismas recaen en una convocatoria de un entrenador de selección, la importancia y trascendencia es aún mayor y, fallar, puede ser castigado duramente.
Luis Fernando Tena tuvo que tomar una elección complicada en el 2012, para la conformación definitiva de la plantilla que iba a disputar los Juegos Olímpicos de Londres.
Tena tenía a todo el equipo ya casi definido, pero le faltaba reforzar la parte delantera. Allí, el juego comenzó y las cartas que estaban arriba de la mesa eran dos centrodelanteros que, ya por aquellos tiempos, prometían mucho: Raúl Jiménez y Alan Pulido. No había lugar para los dos.
“La decisión más difícil que tuvimos fue elegir entre Raúl Jiménez y Alan Pulido, que habían hecho un gran Torneo de Esperanzas deToulon. Sólo quedaba un lugar, al final elegimos a Raúl y la historia ya se conoce”, reconoció el actual entrenador de Chivas.
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La carta fue la acertada y el entrenador nacional de aquel entonces ganó la partida. Si en cambio, hubiese llevado a Pulido, nadie sabe qué hubiera pasado y cuál sería el presente de cada uno. La historia, a Tena, lo juzgó y le dio larazón.