Hasta hace poco, Setpoint Events S. A., la empresa organizadora del World Padel Tour (WPT) era amo (o ama) y señor (o señora) en la órbita de un deporte que durante la pandemia por coronavirus explotó. Por caso, en la Argentina -y varios países también- el encierro preventivo derivó en una salida escalonada para hacer deportes. Y, con esta medida, el pádel resultó uno de los deportes que más adeptos ganó. En esa sintonía, a su vez, los partidos del WPT se convirtieron en un suceso de reproducciones en YouTube. En ese momento, lo que propios y ajenos entendían era que WTP tenía el sartén por el mango. Es decir, ordenaba a su antojo los torneos con los mejores jugadores del mundo.
Con nuevos actores de por medio, la torta del deporte creado por el mexicano Enrique Corcuera, en Acapulco, en 1969, empezó a verse en medio de un tironeo de intereses. Los meses pasaron y ahora, WPT informó que inició una demanda por competencia desleal contra la Federación Internacional de Pádel (FIP), el grupo empresarial Qatar Sports Investments (QS) y la Asociación de Jugadores (PPA) y su junta directiva. ¿El motivo? Según quienes manejan los intereses de WPT, la Federación Internacional “se ha apartado de su papel de organismo regulador del deporte del pádel (sin ánimo de lucro) para explotar comercialmente una competición profesional de pádel en competencia con otras”, explicaron en su comunicado.
La demanda, además, incluye la petición de medidas cautelares, sostiene que los demandados “están actuando de forma concertada con la finalidad de excluirla del mercado, para sustituirla por el circuito Premier Padel, organizado por QSI y la FIP”.
En la visión de WPT, los demandados incurrieron en numerosas prácticas prohibidas por la Ley de Competencia Desleal como, por ejemplo, inducir al incumplimiento contractual a los jugadores de WPT, beneficiarse de ese incumplimiento y boicotear el normal desarrollo del circuito WPT aprovechando la posición de dominio de la FIP. También por despojar la inversión realizada por el circuito WPT, denigrar a este y a sus gestores y realizar una venta a pérdida (“dumping”) del circuito Premier Padel.
La intención de WPT siempre fue dominante y ahora solicita la suspensión de la participación en cualquier torneo del circuito PREMIER PADEL de aquellos jugadores que tengan contrato en vigor con WPT. Esa demanda “es adicional e independiente de las arbitrales que ya ha presentado contra los jugadores (por 25 millones de euros) que han incumplido sus contratos al participar en el torneo Premier Padel celebrado en Doha”, afirmó WPT en su carta que expuso en redes sociales.
En resumen, WPT pretende “defender su derecho de exclusividad” dado que, en su opinión, existe un contrato en vigencia y que hasta el 31 de diciembre de 2023 todo jugador tiene terminantemente prohibido disputar otras pruebas que no sean las suyas. El contrato existe, es real pero los jugadores hace tiempo reclaman un trato más equitativo dado que son, claro está, los verdaderos protagonistas de un deporte que se debate entre crecer de manera exponencial y por qué no aspirara a ser parte de un Juego Olímpico o quedar subsumido a unos pocos. Pocos lo hicieron en voz alta y de manera individual, es verdad, pero los jugadores están encolumnados en su Asociación en busca de mejoras al poner sobre la mesa ejercer la potestad de elegir cuándo, dónde y en qué torneo participar.