El defensor de la Selección Colombia llegó a Rusia con un presente muy cuestionado en su club, Barcelona, pero fue el mismísimo José Pékerman quien se encargó de defenderlo. Para propios y ajenos, el entrenador declaró que tanto el cuerpo técnico como todo el grupo sí confiaban en él y su capacidad. Sin embargo, el profe decidió dejarlo afuera del banco contra los japoneses para el debut cafetero. Las cosas no comenzaban tan bien.


 


Mina supo esperar su oportunidad. La expulsión de su compañero, Carlos Sánchez, hacía pensar que la pulseada estaría entre Zapata y él. Finalmente, Pékerman le dio su cuota de confianza: el futbolista del club catalán fue confirmado entre los once titulares para el duelo contra Polonia. El debut del central no podría haber sido mejor, a los 39 del primer tiempo, tras una magistral habilitación de Juanfer Quintero a James, que tiró el centro,  el zaguero puso su cabeza y no perdonó al arquero polaco. Le puso su firma al uno a cero de Colombia. Fue el primero de una catarata de goles que selló un tres a cero contundente frente a los europeos.


 

El grito de los miles de colombianos presentes en Estadio Kazán Arena pareció un espejo de lo que resolvió el propio Yerry cuando la pelota tocó la red. Desahogo y felicidad, por qué no algo de broncas acumuladas que finalmente el dirigido por Pékerman supo capitalizar y sacar provecho. 



 

Atrás quedan hoy todos esos pasajes de incertidumbre acerca de su futuro en el fútbol europeo. Mina hoy solo disfruta de lo que ha sido su tarde soñada.