No hay que darle demasiadas vueltas al asunto. Este sábado, en la Nottingham Arena, al invicto Solomon Dacres lo habían emparejado en una de esas peleas que no tienen mayor finalidad que mejorar el récord profesional de un peleador al que se quiere comenzar a catapultar, en este caso en la división de los pesos pesados.

El invicto británico de 28 años era amplio favorito no solo a quedarse con la victoria, sino a terminar por nocaut con el argentino Ariel Bracamonte, quien a su apenas discreto récord de 7 victorias y 5 derrotas le sumó una forma física que distaba mucho de ser la ideal y que por momentos hizo pensar en las peores versiones de Andy Ruiz.

Aunque más que al Rocky Mexicano, con el correr de la pelea el argentino comenzó a hacer que los fanáticos recordaran a Homero Simpson en su faceta de boxeador, cuando no cesaba de recibir golpes pero lograba siempre mantenerse de pie. ¡Un calco! Porque Bracamonte cobró, cobró y cobró, pero logró llegar a las tarjetas.

Tan frustrado se veía Solomon Dacres por no poder noquear al hombre que le habían parado enfrente para que lo hiciera, que en dos momentos diferentes de la pelea le lanzó golpes muy por debajo del área reglamentaria, provocando en esa segunda oportunidad que el árbitro de la pelea ordenara a los jueces descontarle un punto.

Nadie, absolutamente nadie hubiera imaginado que esa pelea completaría los 10 asaltos. ¡Imagínense quienes hayan apostado por ello! Pero el argentino resistió, incluso cuando parecía ya no tener aire en los últimos dos asaltos. Era imposible, de todos modos, que pudiera quedarse con la victoria en las tarjetas. Dacres fue declarado ganador en decisión unánime con tres tarjetas idénticas de 99-90. Pero no lució como hubiese querido y ese mérito hay que dárselo a Bracamonte.