Apenas sonó la campana que dio inicio a su pelea con Rebecca Nicoli, por los dieciseisavos de final en la división de peso ligero, Esmeralda Falcón ya estaba haciendo historia como la primera boxeadora mexicana en disputar unos Juegos Olímpicos, a los que se había clasificado por asignación de la Federación Mexicana debido a la suspensión del Preolímpico clasificatorio que debía disputarse en Argentina y que fue suspendido por la pandemia de coronavirus.

En el primer asalto la mexicana tuvo la vocación ofensiva, pero la italiana conectó los mejores golpes y esto último pesó más en la decisión de los jueces, que le dieron el round a Nicoli por unanimidad. Con ventaja de altura y alcance, la europea buscó manejar el combate en su distancia y la oriunda de Ciudad de México trató por todos los medios de llevarlo al cuerpo a cuerpo, a riesgo de recibir castigo en el intento de acortar.

El dominio de Nicoli se acrecentó todavía más en el segundo asalto, donde logró conectar golpes limpios que pesaron en la puntuacion de los jueces, mientras que el trabajo de Falcón fue mucho más desprolijo, sin encontrar en sus arrebatos más que la guardia de su rival.

Otra vez abajo en las tarjetas, a la mexicana casi no le quedó más opción que salir a buscar un nocaut que no es frecuente ver en el boxeo olímpico. Conectó algunos golpes limpios en el inicio de la ronda pero no fue suficiente y otra vez el mejor cierre lo tuvo la italiana, que esquivó el golpe a golpe con buen movimiento de piernas y contraatacó con precisión cuando tuvo oportunidad, cumpliendo con los requisitos necesarios para fundamentar su victoria con tarjeta final de 4 votos a 1, que a su vez fue despedida para la peleadora azteca.

Falcón había llevado importantes pergaminos consigo a Tokio, pues había conseguido el oro en los Juegos Centroamericanos de Barranquilla en 2018 y la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos que se disputaron en Lima en 2019.