Últimamente el futbol lo ha tratado con rigidez y sus motivos tendrá el deporte más hermoso del mundo para ponerlo a prueba, pero en general lo ha acogido con cariño. La relación entre Hirving Lozano y el balón ha sido amistosa; la redonda lo quiere. No a cualquier latinoamericano le cumple el sueño de estrenarse con gol en su primer partido oficial en Europa y menos con Diego Armando Maradona como porrista.

Ese apapacho, por llamarle de alguna forma al afecto que le tuvo el futbol en su llegada a la Eredivisie, se apreció en su debut con PSV Eindhoven frente a AZ Alkmaar el 12 de agosto de 2017. En esa fecha inolvidable para el mexicano, D10S fungió como testigo.

 

Y D10S le vitoreó. Gritó y celebró el gol con que empató el juego al minuto 30. Lo hizo de manera efusiva porque supo que no era un numerito más para la estadística. Nadie mejor que él para entender la magnitud de lo que implicó mandar un balón a la red en tierras extrañas y así emocionar por primera vez a una tribuna de idioma distinto.

Se emocionó tanto con el primer gol del ‘Chucky’ en el comienzo de su aventura europea que no dejó de alentarlo; Diego Armando Maradona, pasional e intenso en su faceta de hincha, se convirtió en mexicano durante los minutos restantes para ilusionarse junto a él en la búsqueda de más goles.

 

 

No hubo más, pese a que tuvo tres opciones manifiestas para anotar. Sin embargo, esas fallas fueron perdonadas, tanto por D10S como por los aficionados del PSV Eindhoven, quienes aplaudieron de pie a Lozano cuando salió de cambio al minuto 84. En su sueño cumplido también había logrado algo que otros futbolistas jamás consiguen: hacer clic con su afición y echársela de inmediato a la bolsa. 

D10S lo presenció. Estuvo presente dejándose llevar por la pasión que le hizo desprender ‘Chucky’ con su estilo. De esa manera, para quienes tenían dudas de que fuera a rendir en Europa, cambiaron de opinión. Si Maradona era contagiado por el talento ajeno, un buen futuro le deparaba a dicho talento. Y no se equivocó.